El cazador catalán Iván Martínez Muñoz, de 37 años de edad y natural de Barcelona, narró en agosto del año pasado a Jara y Sedal una historia peculiar: acababa de abatir un corzo con unas larguísimas cuernas de 29 y 30 centímetros que quedó entonces para su recuerdo. Lo peculiar es que ahora, un año después, ha vuelto a dar caza a un animal ejemplar en el mismo lugar y con la misma longitud de cuernas. Se trata de un coto situado entre las localidades de Solsona y Perves (ambas en la provincia de Lleida).
Un rececho junto a su hijo tras una larga recuperación del COVID
En primer lugar, Iván pone en contexto que, tras pasar el virus, que le dejó durante un tiempo «muy tocado», ésta era su vuelta al monte, un regreso que ha sido a lo grande «tras una larga recuperación» de la que está en marcha de nuevo. «Después de recuperarme decidí pasar el primer día de duendes con la persona más importante de mi vida y con el que tengo el enorme placer de compartir afición, mi hijo», explica el cazador.
Padre e hijo, en busca de este animal. «Sobre las 6 de la mañana nos adentramos en el cazadero localizando los primeros corzos, decidimos reclamar un poco para intentar que saliera algún tímido macho ya controlado, y pasados 45 minutos, decidimos cambiar de ladera e intentarlo en otra zona que aún no teníamos vista», comienza explicando Iván sobre cómo arrancó el rececho.
Poco después ponían en práctica la misma táctica que el año anterior: reclamar cada ciertos minutos y esperar a que algún macho destacable diera la cara con la sorpresa que, con los primeros tonos de reclamo, les saltó este otro gran macho: «El corzo de nuestras vidas», confiesa el cazador. El primero que lo vio fue Iván hijo: «Mira qué corzaco», exclamó hacia su padre cuando lo divisó a 117 metros de distancia.
El disparo. En ese momento, comenzaron a acortar algunos metros de los 117 que los separaban. «No fueron muchos más, por lo que me coloqué un poco más adelante en posición de disparo, corregí el visor, quité el seguro, tomé aire… y el disparo impactó justo en el sitio, rodando el animal muerto», detalla el cazador sobre el momento culmen del lance.
Padre e hijo se fundieron en un abrazo. Tras el disparo y al ir a cobrar la pieza, padre e hijo se abrazaron: «Las lágrimas corrieron por nuestras caras de felicidad». Es un corzo similar al abatido hace un año por este mismo cazador en este mismo coto: «La cuerna es igual con la diferencia que este es mayor de edad, haciéndonos pensar que pudiera ser el padre…», explica Iván.
El equipo utilizado. Para abatir a este extraordinario corzo, Iván utilizó un rifle Merkel Helix con munición Hornady y visor Leica Magnus.