Si se tratase de un tóxico que ha entrado en contacto por la piel, como en el caso de un insecticida, primero lávale (usando guantes para evitar que el tóxico nos afecte a nosotros también) con abundante agua (puedes emplear jabón). A continuación debes secarle de manera concienzuda para evitar que ingiera posibles restos del tóxico al lamerse. En caso de la sustancia haya entrado en contacto con sus ojos lávaselos con suero salino: hazlo tú mismo añadiendo dos cucharadas de sal a un litro de agua tibia.

Hazle vomitar

Si ha ingerido el veneno lo más eficaz para evitar su absorción es provocarle el vómito. Se puede realizar entre una o doras horas después de la ingesta y máximo cuatro, que es el tiempo que tarda el contenido del estómago en pasar al intestino. Para ello mezcla a partes iguales agua oxigenada y agua y adminístrasela vía oral con una jeringuilla a dosis de uno o dos mililitros por cada kilo de peso hasta un máximo de 30 mililitros. Si no vomita en 15 minutos se puede administrar otra dosis de 0,5 mililitros por kilo.

No le hagas vomitar si…

…ha ingerido una sustancia ácida o básica, como lejía o detergentes, ya que le provocarás una doble quemadura en el esófago al pasar el veneno dos veces por él. Tampoco lo haremos si ha ingerido derivados del petróleo o el perro está inconsciente o convulsionando, ya que el contenido gástrico puede ser aspirado al pulmón y provocar una neumonía que agravaría mucho el cuadro. En estos casos el veterinario le debe realizar un lavado del estómago, procedimiento que requiere anestesia y sondaje del animal.

Evita que absorba el veneno

Para ello le puedes administrar carbón activado que forme una película protectora en el estómago y el intestino. Se puede comprar en farmacias en forma de cápsulas que se administran directamente en su boca –dos o tres comprimidos por perro–.

Protégele en el trayecto

Si el animal sufre convulsiones debes protegerle de posibles golpes durante el trayecto a la clínica acolchando el vehículo o transportín para evitar que sufra lesiones. Y mucho cuidado: nunca intentes sacarle la lengua fuera de la boca, ya que podría morderte. 

¿Tienes el envase del tóxico?

Si es así, no olvides llevarlo al veterinario para que pueda actuar con rapidez en caso de disponer del antídoto (el contenido del vómito en algunas ocasiones puede contener restos del envoltorio). Y recuerda que algunos medicamentos de uso humano pueden ser tóxicos para nuestros perros: paracetamol, ansiolíticos…

Déjale en manos profesionales

Una vez en la clínica, el veterinario evaluará el estado del animal, realizando para ello analíticas sanguíneos con el objetivo de determinar su gravedad y si ha sufrido daños orgánicos. Podría ser necesario administrarle oxígeno, tratar las convulsiones, controlar su temperatura y tensión arterial… Si no existiera o no dispone de antídoto específico para el tóxico (en caso de conocerlo) le administrará sueros intravenosos para forzar su eliminación del organismo. 

Tipos de sustancias tóxicas

Muchas sustancias pueden poner en peligro su vida: insecticidas, raticidas, medicinas, determinadas plantas y setas… Los síntomas que provocan suelen ser muy similares, así que para saber cuál ha sido la  responsable de su envenenamiento tendremos que enviar muestras de sangre, heces, orina y vómito para su análisis en laboratorio. Esto supone dos inconvenientes: el primero es el tiempo que transcurre hasta disponer de los resultados, de entre 48 y 72 horas, vital para el animal, que podría fallecer en este intervalo; el segundo es de tipo económico, pues son pruebas caras cuyo resultado además no va a asegurar su salvación. Sin embargo, el hecho de no conocer la sustancia causante no es un condicionante para el tratamiento, pues sólo existen antídotos específicos para unas diez y el protocolo de actuación está enfocado a la eliminación del veneno y la estabilización del animal. 

Raticidas  

Actúan evitando la coagulación de la sangre, por lo que provocarán hemorragias. Puede presentar sangrado en orina, en heces, hematomas en la piel y encías (manchas rojas denominadas petequias), hemorragias internas (un signo de mayor gravedad) y palidez de encías y conjuntivas de los ojos como consecuencia de la anemia. Los signos aparecen como mínimo 48 horas después de la ingestión del raticida. La ventaja de estas intoxicaciones es que si el animal se trata a tiempo existe un antídoto específico: la vitamina K.

Insecticidas (organofosforados y carbamatos)

Se puede intoxicar por ingestión, al entrar en contacto con la piel e incluso por inhalación (¡cuidado con sobrepasarnos con los productos para acabar con las pulgas!). Producen un cuadro muy característico: temblores, convulsiones, descoordinación de movimientos (como si estuviera borracho), salivación excesiva y la contracción de las pupilas. Además de provocar el vómito como primera medida de urgencia, también debemos bañarle. Existe un tratamiento específico basado en atropina y Valium para tratar las convulsiones. 

Estricnina

Las intoxicaciones producidas por este insecticida también son de extrema gravedad, llegando a poner en riesgo la vida del animal. El cuadro se caracteriza por violentas convulsiones y contracción de los músculos de la cara, provocando la llamada sonrisa sardónica. Como complicación grave puede afectar los músculos que intervienen en la respiración y el perro puede morir por asfixia. No existe antídoto y el tratamiento se basa en mantenerle sedado, controlar las convulsiones e intubarlo para mantener la respiración asistida en caso de no que no pudiera respirar. 

Veneno para caracoles y babosas (metaldehído)

Provoca una intoxicación grave que puede acabar con su muerte. Presenta nerviosismo, jadeo, falta de coordinación de movimientos, babeo y convulsiones. No existe un antídoto específico, y el tratamiento consiste en estabilizarle con oxígeno y suero y controlar las convulsiones.