La caza en Cataluña no se paraliza y se podrá cazar durante el estado de alarma. Así lo ha recogido este jueves la Dirección General de Ecosistemas Forestales en un comunicado basándose en el Diario Oficial de la Generalitat de Cataluña, que publicó la resolución por la que se prorrogan y se modifican las medidas en materia de salud pública para la contención del COVID.

Desde la Administración catalana indican que la caza individual, tanto menor como mayor, se puede practicar en el territorio de Cataluña durante la semana (lunes a jueves). Durante el fin de semana sólo se podrá cazar en el municipio de residencia y el colindante, sin perjuicio de las limitaciones del toque de queda (horario nocturno).

Las batidas y otras actuaciones con autorización excepcional de caza por daños -incluyendo las esperas- también se pueden llevar a cabo tanto durante la semana como durante el fin de semana, sin restricciones de movilidad dentro de Cataluña. Desde la Dirección General de Ecosistemas Forestales sin embargo advierten que «el resto de batidas no se podrán realizar ni durante la semana, ni en el fin de semana por ahora».

Puedes descargar el escrito oficial a través de este enlace.

Cinco riesgos graves si se paraliza la caza

Las más de sesenta entidades representativas del medio rural que firmaron un escrito a mediados de octubre para solicitar al Gobierno que declarase la caza como actividad esencial avisaron de cinco riesgos asociados a la posible paralización de la caza, todos ellos avalados por numerosos estudios científicos. El primero de ellos se refiere a los riesgos críticos para la salud pública, la sanidad animal y la sanidad ambiental (tuberculosis, peste porcina africana-PPA, brucelosis, sarna, triquinosis, enfermedad de Crimea-Congo…). Esto sería especialmente grave en el caso de que la peste porcina africana llegase a España.

Asimismo, se registrarían severos perjuicios para la seguridad vial y ciudadana con un incremento de los accidentes de tráfico y posibles afecciones a la viabilidad de infraestructuras como las propias vías férreas.

También son previsibles cuantiosos daños en los cultivos y producciones ganaderas, ya que se multiplicarán las afecciones en las cosechas de cereales, leguminosas, pastos, etc., pero también en infraestructuras de riego y rurales, así como los ataques a las producciones ovinas y caprinas en extensivo.

Otro efecto previsible de la disminución de la actividad cinegética es la generación de desequilibrios ecosistémicos. En esta línea, el documento remitido a Pedro Sánchez pone de manifiesto que «la imposibilidad del control poblacional cinegético en el ecosistema agrosilvopastoral nacional supone un descontrol de la capacidad de carga del medio natural, con severas afecciones a especies sensibles, vulnerables o en peligro de extinción».

Por último, está el efecto directo sobre el mundo rural, con importantísimas pérdidas económicas y de empleo en zonas que, además, están en especial riesgo de abandono demográfico.