Las sociedades creadas en torno a la caza ayudaron a nuestros antepasados, hace 300.000 años, a empezar a compartir y combinar sus conocimientos individuales con los de los demás para llegar a soluciones innovadoras.

29/2/2020 | Redacción JyS

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El estudio se realizó con grupos de adultos Agta que vivían en varios campamentos.

Las sociedades de cazadores-recolectores durante la Edad de Piedra aceleraron la evolución cultural al desarrollar ideas en pequeñas redes sociales y compartiendo de forma regular sus conocimientos con otras comunidades cercanas, según sugiere un estudio que publica esta semana Science Advances.

Hace unos 300 000 años nuestros antepasados vivían en pequeñas comunidades, un tipo de vida fundamental en el éxito de la Humanidad, ya que les permitió empezar a compartir y combinar sus conocimientos individuales con los de los demás para llegar a soluciones innovadoras.

Un mayor conocimiento sobre este proceso se puede lograr estudiando algunas de las pocas sociedades de cazadores-recolectores que quedan, como el pueblo Agta de Filipinas, tal y como hizo un equipo liderado por las universidades de Zúrich y Budapest, para conocer su red social y profundizar en la evolución de la cultura.

Un estudio con participación española

El estudio se realizó con grupos de adultos Agta que vivían en varios campamentos, algunos en el bosque y otros en la costa, a los que se facilitó dispositivos de rastreo para registrar todas las interacciones sociales entre los diferentes asentamientos durante un mes.

En ese tiempo se documentaron miles de interacciones que proporcionaron un panorama completo de la estructura social de los Agta, que hacían visitas casi a diario entre campamentos, señala el estudio que cuenta con la participación de la Universidad de Zaragoza.

Los antropólogos descubrieron que la estructura social de los Agta, construida en torno a pequeñas unidades familiares unidas por fuertes amistades y una gran movilidad entre los campamentos, era clave para el desarrollo de nuevas ideas culturales. Esto se debe a que la estructura social permitía la coexistencia de múltiples tradiciones o soluciones a un problema similar en diferentes partes de la red.

La red social de los cazadores-recolectores

El autor principal del estudio, Andrea Migliano, de la Universidad de Zúrich, indicó que las visitas entre campamentos es el medio social de los actuales cazadores-recolectores, y probablemente de nuestros extintos antepasados.

«Cuando necesitamos una nueva solución para un problema, nos conectamos a internet y utilizamos múltiples fuentes para obtener información de una variedad de personas. Los cazadores-recolectores usan su red social exactamente de la misma manera», señaló.

El equipo probó el efecto de la estructura social Agta en la evolución de la complejidad cultural utilizando un modelo informático que simulaba la creación de un nuevo remedio a partir de seis plantas medicinales. El grupo de los Agta compartía sus conocimientos y descubrimientos en cada encuentro para desarrollar mejores remedios, destaca el documento.

La caza impulsó la evolución cultural

En segundo lugar, el proceso se simuló con una red artificial de un tamaño similar, en la que todos los individuos estaban conectados entre sí y transmitían inmediatamente cualquier descubrimiento a todos los miembros de la red. Contrariamente a algunas predicciones, las tasas de evolución cultural fueron mucho más altas en las redes sociales de cazadores-recolectores, señala la nota.

La razón es -según los expertos- que mientras las redes totalmente conectadas difunden las innovaciones más rápidamente, las de cazadores-recolectores promueven la evolución independiente de múltiples ideas en diferentes grupos, que más tarde pueden recombinarse produciendo una cultura más compleja y un progreso más rápido.

«Nuestros hallazgos indican que esta estructura social de colectivos pequeños e interconectados puede haber facilitado la secuencia de revoluciones culturales y tecnológicas que caracteriza a nuestra especie a medida que nos expandimos dentro y después fuera de África», indicó otro de los autores Lucio Vinicius, de la Universidad de Zúrich.

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