Pedro Cavadas, o «Doctor Milagro» como le llaman popularmente, volvió a mostrar su afición por la caza este jueves al programa El Hormiguero 3.0, de Antena 3, al acudir vestido con ropa de caza, como ya había hecho en ocasiones anteriores. Concretamente con una chaqueta de la marca Kuiu, diseñada exclusivamente para la actividad cinegética.

Cavadas, en su intervención, volvió a ser muy claro respecto a la pandemia: «Es imposible que no lo vieran venir. Lo vi yo y unas decenas de miles de personas. Hemos ido todos por detrás. Quien haya gestionado esto lo ha hecho muy mal y no una vez, sino dos. Ahí están los resultados. Me gustaría que mis impuestos se gestionaran correctamente».

El doctor y cazador prosiguió afirmando lo siguiente: «Quiero gestores, me da igual el color, pero creo que hay personas en este país con talento suficiente para gestionar una situación crítica. No veo mucho el motivo de contar mentiras a la población. Es imposible que haya una vacuna testada como toca en meses porque eso suele tardar años, como mínimo dos, si queremos algo rápido sufriremos las consecuencias. Y luego pongamos que somos 9 mil millones de personas en el mundo. Para que te puedas mover de un lado al otro… habrá que fabricar unas 5 o 6 mil millones de dosis», ha aseverado el doctor valenciano. Sobre el uso de la mascarilla: «Puede que en un par de años sean opcionales».

La divertida anécdota con una pitón que tiene en su consulta

«No, ha sido un accidente doméstico: me ha mordido mi serpiente». Así comenzó explicando el doctor Cavadas una anecdótica situación con su pitón: «Tengo una pitón que empieza ya a ser un poco grande para manejarla, tres metros tiene. La tengo en la consulta y da mucho juego para los chiquillos», comenzó explicando ante la atenta mirada del presentador.

«Ayer a mediodía, como iba con prisa y le tocaba merendar, fui a echarle la rata y ¡Pam! Me pega un mordisco en el dedo, se me enrolla y, claro, cuanto más estiras, más aprieta. Digo: ‘Voy a cogerla, a ver si apretándole la cabeza un poquito sin hacerle demasiado daño me suelta’. Pero nada, me coge la otra mano y allí me quedé, con las manos enrolladas y rodeado de serpiente por todos lados, todo lleno de sangre», añadió.

Cuando apareció su secretaria, ella quería cortarla con un cuchillo, pero el doctor entendía que ella no tenía la culpa: «Al final se me ocurrió un truco que es morderle a la serpiente. Porque hay veces que cuando cogen mal a la presa, si muerden a la serpiente esta la suelta. Me estaba haciendo daño, entonces dije: ‘Bueno, vamos a mordernos y a ver quién se cansa antes’. Y después de un buen rato mordiéndonos, soltó con ganas de más. Abrió la boca, conseguí sacar el dedo, busqué el ratón, se lo merendó tan feliz, me dejó el dedo como una morcilla y hasta hoy», concluyó el doctor.

Sobre el autor