Llega septiembre y con él uno de los momentos más intensos en el ciclo vital del ciervo ibérico, la berrea. Una época de intensa actividad sexual en la que los machos mostrarán su dominancia e intentarán atraer y cubrir al mayor número posible de hembras para perpetuar la especie. La selección natural actúa, además, para que aquellos animales más débiles, peor conformados o más jóvenes encuentren mayores dificultades para dejar descendencia que, a buen seguro, sería menos viable.
El inicio de la berrea viene marcado por los cambios, principalmente ambientales, que tienen lugar a finales del verano, cuando los días comienzan a reducirse provocando la activación de un complejo mecanismo hormonal que incita a los ciervos a iniciar su periodo reproductivo. También es fundamental el descenso de las temperaturas y la aparición de las primeras lluvias que se acompañan de los rebrotes de otoño y la presencia de un poco de agua en arroyos y charcas, secas hasta ahora por el rigor del verano.
Además de estos factores desencadenantes también va a tener una gran influencia lo que ha ocurrido en nuestros montes en los meses previos. De ello dependerá directamente la condición corporal de los animales, esto es, el estado de carnes con el que lleguen al mes de septiembre, que supone otro de los factores determinantes para poder disfrutar de una buena berrea.
Grandes expectativas este 2021
En un año como este, marcado por una primavera generosa en lluvias y abundante en pastos en buena parte del territorio, los venados llegan al final del verano bien alimentados y con un estado de carnes muy favorable que contribuirá a que, si las condiciones ambientales en septiembre acompañan, la berrea comience con fuerza y sea temprana.
El desarrollo de la cuerna, elemento fundamental durante el celo, dura unos cinco meses y dependerá de forma directa de la velocidad con la que los venados sean capaces de recuperar su condición corporal tras la berrea del año anterior y, por tanto, de la disponibilidad de recursos durante el invierno y comienzo de primavera, que vendrán marcados en buena medida por la abundancia de lluvias en este periodo. Además, diferentes estudios indican que para lograr un buen desarrollo de la cuerna el alimento no sólo debe ser abundante: es necesario que también sea de calidad, resultando importante la presencia de minerales como sodio, potasio y magnesio y niveles elevados de proteína.
Tampoco debemos olvidar, para valorar la calidad de la berrea, otro aspecto fundamental: el estado sanitario de las poblaciones. Cuando los animales presentan altas incidencias de procesos infecciosos, como tuberculosis, pasterelosis o una carga parasitaria elevada, tanto externa como interna, la condición corporal empeorará y los celos serán más tardíos y más cortos.
¿Y si la berrea se retrasa?
Una berrea temprana y de calidad, favorecida por la presencia de ejemplares con buenas condiciones, mostrará sus efectos al año siguiente, en la paridera. Las ciervas cuentan con un periodo de gestación de unos 240 días, y si las cubriciones se retrasan o se alargan demasiado los partos se concentrarán al final de la primavera. Seguramente cuando el alimento comience a escasear, haya menor refugio y las condiciones ambientales sean peores, reduciendo la viabilidad de las crías.
Además, en muchas zonas el agua será ya un factor limitante de gran importancia, pues la capacidad de desplazamiento de las paridas se ve reducida. Agua que se trata de un elemento imprescindible para una lactación adecuada y un desarrollo correcto de los cervatos, no sólo por el efecto directo sobre su crecimiento y respuesta ante los depredadores sino también por la importancia directa que tiene la lactación materna sobre el adecuado desarrollo de su sistema inmunitario y la respuesta frente a la presencia potencial de agentes infecciosos.