Una vez más, un trabajo audiovisual de Eugenio Monesma nos hace viajar a la vida de hace algunos años atrás. En aquellos tiempos, las tecnologías no estaban tan avanzadas ni los recursos eran tan numerosos. A pesar de ello, las necesidades eran las mismas que hoy día y estas provocaron que las familias tuvieran que aprender técnicas de captura. Este documental, en concreto, nos muestra cómo era entonces la pesca de truchas con un curioso sistema.
Dichos métodos, tal y como Monesma nos cuenta, nacían de los conocimientos que tenían los montañeses acerca de las costumbres y movimientos de las truchas. Uno de ellos era ‘el cañar‘, practicado en la zona del río Cinca, en el pueblo de El Grado, Huesca.
Esta técnica se recuperó allí en el año 1995 y se practicaba, sobre todo, durante el mes de octubre. Según explican en el documental, en esta época «las truchas bajan y al bajarse se meten en las cañas».
«Esto va como el ganado. Cuando lo llevas en verano lo subes a la montaña y después lo bajas. En verano bajan a hacer la puesta abajo para criar. Igual que los salmones bajan al mar para la puesta, pues lo mismo», detallan.
La técnica de construcción del cañar para la pesca de truchas
Asimismo, Monesma enseña cómo se realizaba entonces la técnica de construcción del ‘cañar’. Su materia prima eran las cañas que crecen espontáneamente a las orillas del río. En el caso de este pueblo oscense, las técnicas estaban muy arraigadas entre sus vecinos hasta mediados de dicho siglo.
«Sobre tres ramas flexibles, los pescadores atan ordenadamente las cañas colocando juntos todos sus pies o bases», explica respecto a la herramienta utilizada. «Una vez terminado el cañar, hay que transportarlo por el pedregoso camino del cauce del río hasta el punto elegido. Allí lo dejan humedecer hasta su colocación».
Para ello, colocaban varias piedras sobre él con el objetivo de que no pudiera salir a flote. Acto seguido, los pescadores construían «unas barreras con piedras en forma de embudo». Con ello trataban de reducir la anchura del río y, así, conducir a las truchas hacia un punto concreto de su cauce.
Una técnica desaparecida en los ríos pirenaicos
Después de que los tres ejes del cañar se hubieran humedecido y, por lo tanto, fueran flexibles, estos se ataban para darle la forma de la punta del embudo. Tras esto, «colocan el cañar en la abertura de las barreras y lo ajustan con piedras en su unión para impedir que las truchas encuentren algún hueco por donde poder escapar», concreta Monesma.
Por último y una vez que habían colocado el cañar, tan solo quedaba esperar una noche para que las truchas se quedaran «retenidas en su viaje descendente hacia el mar».
El documental, para concluir, muestra cómo, a la mañana siguiente, varios ejemplares de trucha quedaban atrapados gracias a dicha técnica. Sin embargo, por motivos obvios y según detalla Monesma, a día de hoy «la técnica de pesca con cañar ya ha desaparecido de los ríos pirenaicos».