Con motivo del 20 aniversario de Jara y Sedal hemos querido hacer una reflexión sobre cómo ha cambiado la caza en el Siglo XXI. ¿Hemos llegado demasiado lejos? ¿La óptica moderna y la visión térmica nos convierte en cazadores menos éticos? ¿Hemos perdido habilidades por culpa de las cámaras trampa y los smartphones? ¿Vestir ropa técnica en montería es una ruptura con la esencia de una modalidad única? ¿Nos han vuelto más cómodos los todoterreno? Algunas de las firmas más reconocidas del sector se han atrevido a recoger el guante y responder a una pregunta nada sencilla.

Comenzamos con la pregunta «Tiros a larga distancia: ¿es una caza ética?» con dos posturas enfrentadas, la del conocido divulgador de temas de caza y naturaleza Pablo Ortega y la de Rafa Carrillo, cazador y tirador profesional.

Pablo Ortega: «Abatir un animal, aprovechándose de una desmesurada capacidad tecnológica no es caza, sino tiro»

La caza es un hecho natural en el que entran en liza dos sistemas de instintos  –el del cazador y el de la presa– que deben estar suficientemente próximos. En el campo, el hombre no caza caracoles: simplemente los recolecta. El muy distinto alcance de los instintos del ser humano y el molusco hace que no se pueda producir entre ellos el hecho de la caza. Si el hombre quiere retornar a la naturaleza y cazar, no tiene más remedio que limitar sus excesivas dotes y acercarse al nivel sensorial de la pieza.

Ese límite será variable, pues dependerá de cada cazador y de cada circunstancia, pero abatir un animal, aprovechándose de una desmesurada capacidad tecnológica, a distancias en aquel que no se siente amenazado ni despliega por tanto ninguno de sus instintos de defensa, no es caza sino tiro. El disparo a larga distancia debe practicarse por el cazador, pero no ha de ser un objetivo en sí sino un recurso cuando ya ha habido cacería y no existe más posibilidad de aproximación.

Salir al campo a jugar al circense más difícil todavía va contra la ética de la caza y sólo hace seguidismo a marcas de rifles y óptica, a cuyo mercado no conviene que entre los jóvenes cazadores se extienda la idea de que con el visor y el rifle heredados del abuelo basta y sobra casi siempre para cazar en España.

Rebeco. ©Shutterstock
Rebeco. ©Shutterstock

Rafa Carrillo: «Me declaro un precursor de esta modalidad. Cada día hay más cazadores intentando aprender y desarrollar el tiro a larga distancia»

Todo cazador debería conocer el alcance y limitaciones que tiene su rifle con respecto a la distancia máxima que son capaces él y su calibre de poder abatir su presa limpiamente y sin posibles fallos. Me declaro un precursor y amante de esta modalidad en la cual cada día hay más cazadores intentando aprender, conocer y desarrollar, por muchos detractores que existan y que, además, pertenecen a nuestro mismo sector. Eso sí que es lamentable.

Pero hay algo que está claro: las tecnologías avanzan a un ritmo increíble y los fabricantes de rifles, ópticas y municion van en esa dirección. Rifles más precisos, municiones más potentes y con más rasante, ópticas con torretas balísticas y por supuesto más aumentos… Cada vez hay mas información y esto hace también que crezca la seguridad.

Siempre aparece la misma pregunta: ¿es ética esta modalidad? Y yo pregunto: ¿es más ético ir a cazar una cabra de alta montaña y dispararle a 300 o 400 metros y hacerlo además al azar, apuntando dos metros por encima, a ver si suena la flauta y consigo impactar algún tiro? No señores, lo ético es ir preparado tanto como cazador y tirador, algo que tiene que ir de la mano en esta modalidad. Por otro lado, entiendo que cazadores de la old school les dé pereza actualizarse con lo que ello supone y les resulte más fácil decir que no es ético… y todo solucionado. Pero nunca es tarde para empezar, amigos cazadores.

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