Cuando hablamos de los comportamientos del corzo, uno de los más singulares son sus vocalizaciones. Hay una de ellas, en tono grave, que destacan y son las denominadas ladras. En este sentido, a continuación vamos a descubrir la razón por la que ladran estos animales.

Son empleadas, por un lado, ante la presencia de depredadores para avisar a otros congéneres y tratar de mostrar una respuesta al perseguidor que trate de disuadirlo y, por otro lado, sobre todo en el caso de los machos, utilizadas para manifestar su jerarquía, defender su territorio y asegurar la monta de la hembra elegida durante la reproducción.

Asimismo, parece que existe una relación directa entre la frecuencia del sonido con la edad y carácter dominante del ejemplar, siendo las vocalizaciones más graves las emitidas por los machos más adultos y de posición superior.

Además, otras de sus vocalizaciones son de carácter mucho más agudo y apenas audible al oído humano que, a modo de pequeños silbidos, son usadas por diferentes ejemplares para comunicarse entre sí, en lo que podría ser un rico lenguaje sonoro que aún no ha sido bien estudiado.

El corzo, ¿un animal agresivo?

Con sus vocalizaciones y marcajes, uno de los principales objetivos es servir como efecto disuasorio para evitar la confrontación directa entre machos. Las características de su cuerna, en caso de lucha, pueden dar lugar a desenlaces habitualmente fatales o de elevada gravedad, como en el caso de estos dos ejemplares cuyas calaveras encontró un cazador mientras buscaba setas.

En el caso de que estas alertas no resulten eficaces, llevan a cabo, además, un complejo conjunto de patrones de comportamiento basados en saltos, giros y pequeñas carreras con un objetivo: que la batalla sea el último recurso.

Un macho de corzo de avanzada edad ladrando. © Shutterstock

La explicación de los estudios acerca de su ladrido

En el año 1999, D. Reby, B. Cargnelutti , AJ. Hewison publicaron un estudio titulado Contextos y posibles funciones de los ladridos en corzos. Con él analizaron el comportamiento de los ladridos del corzo en libertad. De este modo, establecieron tres hipótesis que demostraron ser ciertas y son tres las funciones del ladrido de los corzos: ladrar es una llamada de alarma, una llamada de persecución disuasoria o una llamada territorial.

Los datos de observación conseguidos mostraron que, en presencia de una fuente de perturbación, los individuos solitarios ladraron con más frecuencia que los corzos que estaban en grupo, lo que sugiere que los ladridos no sirven para advertir al resto del grupo del peligro potencial, sino más bien para informar a cualquier depredador potencial que ha sido identificado.

Junto a esto, también observaron que los machos ladraban con más frecuencia que las hembras cuando se les molestaba. Cuando reproducían, además, una serie de ladridos de corzo grabados dentro del territorio de un macho, esto provocaba contraladrados o comportamientos agresivos en lugar de huir.

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Un corzo advierte con curiosidad la presencia de la persona que le saca la foto. © Shutterstock

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En lo que respecta a los machos más viejos, presentaron una mayor frecuencia a la hora de responder a las reproducciones que los machos más jóvenes.

Todo estos motivos les llevaron a concluir que, si bien los ladridos pueden haber evolucionado inicialmente como una señal para disuadir a los depredadores, podrían desempeñar un papel secundario importante en el sistema territorial de esta especie.