Miriam Lancewood lleva diez años viviendo aislada de la civilización junto a su compañero Peter. Esta chica que caza para alimentarse era vegetariana, pero finalmente se adaptó a su nueva forma de vida. Ahora asegura que «ha merecido la pena».
30/11/2018 | Redacción JyS
La joven Miriam Lancewood y su compañero Peter viven en la montaña y cazan su propia comida. Hace una década prometieron a su familia que se irían a vivir en soledad a las zonas más profundas de Nueva Zelanda y así lo hicieron. Decidieron hacer del campo, de la recolección y de la caza su forma de vida. Literalmente. En principio iban para un año y se lo tomaron como una nueva aventura, pero tanto se aclimató la pareja al estilo de vida nómada buscando vegetales comestibles y cazando su propia comida, que ya llevan diez viviendo de este modo.
Tal y como ha explicado Lancewood al medio ABC news, «al principio puede percibirse como algo que da miedo, pero ahora veo el hábitat como mi hogar, por lo que me siento muy cómoda allí». Además, Miriam ha escrito sus memorias, en las que habla sobre cómo sobrevivir a los desafíos de un estilo de vida nómada.
«Ha merecido la pena abandonar la vida convencional»
Miriam Lancewood nació en los Países Bajos y, en la actualidad, afirma que tiene «total libertad en su estilo de vida», no concibiendo en éste el paso del tiempo. «Dormimos cuando estamos cansados, generalmente cuando el sol se pone, y cuando los primeros pájaros cantan, nos despertamos», afirma al citado medio.
«Comemos cuando tenemos hambre. No sabemos los días de la semana ni la fecha. Eso es irrelevante para nosotros», cuenta Miriam. Abandonar la vida convencional le ha traído muchas batallas en lo personal, pero defiende que «ha merecido la pena»; ahora se siente «profundamente conectada con la belleza natural».
Para la vida rural, Miriam debió aprender a tirar con un arco y una flecha. Peter también aprendió a cocinar los animales que cazaban. También tuvieron que enfrentarse a un doble problema: el primero, cómo encontrar animales en el entorno en el que se asentarían; el segundo, dejar de ser vegetariana. Y esa urgencia por ampliar su dieta la llevó a cabo en pocas semanas hasta conseguirlo y estar más preparada aún para su nueva vida. Decidieron entonces cazar, además, por el hecho de «pasar las noches con energía», algo que en la intemperie es fundamental. De este modo, tuvieron que abatir diferentes animales para sobrevivir.
La caza les proporcionó «el combustible que tanto necesitaban»
Cabras o zarigüeyas fueron los primeros ejemplares con los que se hicieron para alimentarse de carne salvaje. De hecho, la primera experiencia de comer carne de caza que Miriam Lancewood sintió fue «absolutamente traumatizante», como ella misma definió en ABC News, afirmando que le impactó la primera vez que una zarigüeya cayó en la trampa que habían preparado, ya que tuvo que rematarla. «Fue un momento realmente terrible», pensó en un primer momento, pero posteriormente razonó y aunque en primera instancia se sintió «muy culpable», poco después su cabeza le hizo pensar de otra forma. Además, ese animal era «el combustible que tanto necesitaban».
En este sentido, el medio recoge algunas interesantes reflexiones de Lancewood en las afirma que «la gente dice que eres lo que comes, y eso definitivamente es muy cierto con los animales salvajes. Realmente te sientes mucho más saludable y más fuerte comiendo buena carne».
«Cazar animales salvajes me hace sentir viva»
Miriam y Peter tan solo aparecían por la civilización para comprar suministros como té o harina, pero la vida rural «me ha cambiado mucho» por la independencia que le dio, afirma. «Mis pequeños problemas parecen incluso más pequeños en las montañas», explica.
En total fueron seis años los que la pareja pasó en las montañas de Nueva Zelanda y tres años más caminando por Europa, algo «emocionante, pero también agotador. Ahora vivir en el campo y alimentarme de lo que cazo me hace sentir viva», asegura la joven.