«Desde la primera vez que lo vimos, cazarlo era un sueño que no nos dejaba pegar ojo». Con esta frase, el cazador soriano Javier Ruiz Monjas (33 años) define lo que ha significado cazar junto a su amigo Isi del Río (34 años) uno de los corzos peluca más impactantes que hemos visto en los últimos años.
La historia de ambos cazadores y este espectacular animal, abatido el pasado miércoles 14 de abril, se remonta más de un mes atrás, cuando un fotógrafo del pueblo en el que ha sido cazado, David del Río Aranda, capturó las imágenes de tan singular cérvido con su cámara réflex.
Jara y Sedal ha podido también contactar con Javier Alhama, gerente de la taxidermia navarra ‘Alhama’, que ya tiene en sus manos el espectacular trofeo del animal, uno de los más grandes de las últimas temporadas y que poco ha tardado en hacerse viral a través de las redes sociales.
Una historia que comenzó a inicios del mes de marzo
Fue a inicios del mes de marzo cuando el fotógrafo David del Río Aranda capturó por vez primera la imagen de este descomunal ejemplar de corzo peluca. Poco después informaba a sus amigos Javier Ruiz e Isi del Río de la existencia de tan particular animal. Estos últimos comenzaron entonces a tratar de localizarlo de nuevo para conocer sus querencias con el objetivo de intentar cazarlo en abril, mes en el que comienza la temporada del corzo.
«Han sido muchas noches sin dormir, pensando si habría algún furtivo que lo hubiese visto o si podría provocar algún accidente en la carretera… Finalmente, la suerte ha hecho que hayamos podido cazarlo y estamos seguros de que será el corzo de nuestra vida», explica Ruiz.
Este cazador decidió ceder este corzo peluca a su amigo Isi debido a que él ya tuvo la oportunidad de abatir otro animal con esta peculiaridad hace dos temporadas en este mismo coto. Desde que David inmortalizó a este corzo y la voz se corrió en el pueblo soriano, «no han sido pocos los cazadores que han confesado que estaban tras él», afirma.
El 14 de abril, su día de suerte
El pasado miércoles, «tras mañanas y tardes en su búsqueda», finalmente dieron con el particular animal en una jornada apasionante. «Era un corzo fantasma, porque se movía mucho: lo veíamos dos días seguidos, luego desaparecía una semana, a la semana volvía a aparecer… y desde donde lo teníamos localizado hasta que lo llegamos a abatir había seis kilómetros de distancia», relata Ruiz.
Prácticamente ya habían tirado la toalla porque hacía días que no lo veían y pensaban que otro cazador lo habría abatido, por ello se fueron a otra zona a ver si, por algún casual, tenían pistas de este cérvido: «Nos fuimos a otra parte del coto y vimos una corza; enseguida me eché los prismáticos a los ojos y le dije a mi compañero que era este peluca», explica sobre lo acontecido el miércoles.
Falló el primer disparo y, de un golpe de fortuna, se le paró a cuarenta metros
«Los dos nos pusimos muy nerviosos para ver cómo hacíamos la entrada y, finalmente, Isi se bajó al barranco y se puso en una zona de almendros mientras yo me quedé con el telescopio vigilándolo en la zona superior», detalla Javier. «Sin embargo hubo un momento en que ninguno lo veíamos… y se nos coló barranco arriba», explica sobre lo acontecido.
A los quince minutos aproximadamente, el animal empezó a ladrar y llegó el momento culmen del lance: Isi disparó mientras iba corriendo por la ladera y falló, con la suerte de que el cérvido se desvió en dirección hacia él y luego se le paró a unos cuarenta metros. «En ese momento, Isi disparó a pulso en la zona del pecho, cayendo el animal al instante», relata Javier sobre el disparo realizado por su compañero con un rifle Tikka en calibre 7mm Remington Magnum y munición Hornady. «Justo entonces, escuché un chillido de alegría de Isi y comprendí que lo había cazado».
Desde ese instante, comenzaron los abrazos, las risas, los lloros…«Es un animal que nos había quitado muchas horas de sueño. No era muy grande de cuerpo, pero no estaba delgado, sino que se le veía sano. Ha sido un trabajo en equipo en toda regla», señala.
Por último, Javier Ruiz Monjas manda un agradecimiento especial a los ‘Macaris’ y a Jesús ‘Cachuli’, cazadores y amigos que les han ayudado a avistar el curioso animal.
¿Por qué se llaman corzos «peluca» a estos animales?
Son «pelucas» esos atípicos corzos cuyo ciclo de la cuerna se ha visto afectado por algún desarreglo hormonal, bien por atrofia testicular, o por cualquier otra causa y que son muy valorados por los aficionados a la caza del Capreolus. La cuerna de estos machos permanece durante todo el año cubierta de ese terciopelo característico que les da nombre, como así recuerda Ciencia y Caza.
Otros impactantes corzos peluca
En los últimos años, Jara y Sedal también ha publicado fotografías de impactantes corzos peluca con historias tras ellos, como el que abatió el abulense Carlos Blanco. El singular animal llevaba más de cuatro kilos de trofeo sobre su cabeza. Las fotos de su cuerna fueron espectaculares.
Por último, te dejamos las fotografías de 10 corzos extraordinarios que a cualquiera de nosotros nos hubiera gustado cazar.
Y, por último, ¿cómo se naturaliza el trofeo de un corzo peluca?
Hace unos meses, Jara y Sedal detallaba el proceso de naturalización de un corzo peluca, un proceso para nada fácil. Te contamos cómo se hace aquí.