Cristian Torrijo cazó el pasado 31 de julio uno de los mejores corzos de la temporada en su coto social de Zaragoza. Su trofeo pesó 822 gramos y con su historia entra en el concurso de relatos de Jara y Sedal.

19/8/2019 | Redacción JyS

Cristian Torrijo y su novia, con el corzo. / C.T.

Cristian Torrijo es un joven aragonés al que la temporada corcera le tenía guardada una inesperada sorpresa. El último día del pasado mes de julio consiguió abatir un tremendo corzo cuyo trofeo pesó 822 gramos. En total, dio la friolera de 184´34 puntos, lo que lo convierte en uno de los «orazos» abatidos este año. Todo un portento de ejemplar cuyas fotografías han corrido como la pólvora por las redes sociales y cuyo lance entra entra en el concurso que Jara y Sedal tiene en marcha junto a Beretta Benelli Ibérica.

Tal y como relata Cristian, en su coto de la provincia de Zaragoza los socios acostumbran a salir de caza una semana cada uno hasta acabar con los cuatro precintos que les dan. Nada más comenzar la temporada a Torrijo le tocó salir al campo en la última semana de mayo. Fue entonces cuando avistó por vez primera a este ejemplar.  

Aquel día no había tenido suerte, y caminaba de vuelta al coche para irse a casa porque ya estaba atardeciendo. Fue en ese momento el enorme corzo salió de un pequeño barranco situado al lado de un rastrojo. Nada más verlo, Cristian supo era el corzo de su vida. Se encaró el rifle con tan mala suerte que, al apuntar, no se acordó de quitar el seguro. Tras el gatillazo el animal lo escuchó y salió como una bala hacia un olivar: «No daba crédito a lo que me había pasado”, se lamentó el cazador. Acababa de dejar pasar la oportunidad de cazar al corzo más grande de toda su trayectoria como cazador. Se fue a casa desesperado…

Varias imágenes del animal disecado de pecho. / C.T.

Pero no dio la batalla por perdida. Aún le quedaba un precinto por gastar y fue en la última semana del pasado mes de julio cuando, de nuevo, le volvió a tocar su turno para intentar cazarlo. El día 30 volvió a la misma zona con la esperanza de reencontrarse con él… ¡y lo logró! «El corzo se escondía entre los pinos, por lo que decidí esperar a que saliera», recuerda Cristian. «Al rato, a escasos diez metros de distancia, pasó una hembra joven, por lo que sabía que él debía estar cerca», relata. Efectivamente, no se equivocaba. Al minuto, apareció el genial corzo, «que sabía latín», según explica el cazador, tras ver cómo de nuevo salió huyendo. Se echó la noche y Cristian decidió irse.

Al día siguiente, 31 de julio, sólo pudo localizar a su hembra, pero a él no, por lo que prefirió cambiar de lugar y recechar en sigilo. En una zona cercana, dio con él, pudiendo acercarse a escasos 20 metros: «Me armé de paciencia y de un certero disparo me hice con él», relata Torrijo. Acababa de abatir al corzo de su vida: «Yo nunca pensaba que fuera tan grande. Lo primero que hice fue compartir la alegría con mi novia y con un amigo que me acompañaba ese día», admite.

Cristian disecó al corzo de pecho en la taxidermia de Julián Causapie, de Zaragoza. Finalmente dio un peso de 822 gramos y 184´34 puntos.

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