Dos jóvenes cazadores gallegos se desplazaron el pasado sábado hasta el coto lucense de Requeixo animados por la posibilidad de poder cazar algún corzo. Cuando escucharon una insistente ladra junto a un arroyo y se asomaron vieron que se trataba de una hembra exhausta. No dudaron en ayudarla a salir del agua y protegerla de los perros para que escapase.

Raúl González y David González, los protagonistas de la siguiente historia, tienen 20 años y residen en Chantada (Lugo). Su afición por la caza les llevó a desplazarse el pasado sábado hasta el coto de Requeixo para tratar de dar caza a algún corzo: «Se podía disparar a los machos y de hecho se cazó uno, por eso fuimos». Sin embargo, lo que no imaginaban es que iban a ser partícipes del rescate de una hembra que llegó ya sin fuerzas hasta su postura.

Según cuenta Raúl a Jara y Sedal, escucharon una ladra «a parado» y se acercaron a ver qué era. Junto al arroyo donde estaba su puesto vieron a una hembra muy cansada que se negaba a abandonar el lugar. «Dejamos el arma a un lado y decidimos ayudarla. No podía más», afirma el joven cazador.

A continuación, mientras David trataba de animar al animal a escapar, Raúl inmortalizaba el momento con su teléfono móvil. Las imágenes, facilitadas por los jóvenes cazadores a este medio, muestran el respeto con el que trataron a una pieza extenuada que no podía escapar de sus perseguidores.

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Los otros dos jóvenes cazadores que protegieron con su cuerpo a una cierva en una montería

Dos jovencísimos cazadores onubenses salvaron a una cierva de morir en diciembre de 2019 durante una montería en el coto social de Niebla (Huelva). Se trataba de una jornada cinegética en la que su caza no estaba autorizada: tan solo se podían abatir jabalíes y ciervos macho.

Los protagonistas de esta historia fueron Cristian Escobar -de 19 años- y su primo Sergio García –de 23–, los cuales decidieron rescatar de una muerte segura a una agotada cierva que venía corriendo delante de los perros. «No queríamos que la matasen», aseguró en declaraciones a Jara y Sedal. «Venía sola y se paró exhausta delante de nosotros. Para que los perros no terminasen con ella, la cogimos y la protegimos durante 45 minutos hasta que se fueron los perros», explicó entonces Escobar a este medio.

«En cuanto pasaron los perreros, la soltamos de nuevo. Ya se había recuperado y ya no corría peligro», admitió el joven explicando que se hicieron algunas fotografías con el animal –como la que acompaña esta noticia– antes de soltarlo.