«Si quitaran la caza sería más traumático que cuando perdí la vista», sentencia José Gerpe, un cazador y pescador invidente con quien hemos podido charlar y cuya historia demuestra que la pasión por la caza no conoce límites.
24/5/2019 | Redacción JyS
Se llama José Gerpe, vive en la localidad gallega de Santa Comba –cerca de La Coruña- y, a pesar de quedarse ciego a los 11 años, es cazador y pescador desde los 15. Ahora, a los 45, sigue practicando ambas aficiones como «motor» de su vida y su tiempo libre cuando su trabajo como vendedor de cupones se lo permite.
Su testimonio emociona: «Si quitaran la caza sería más traumático que cuando perdí la vista», reconoce Gerpe a Jara y Sedal. Cuando sale de caza con sus amigos se coloca en algún sitio con preferencia para «escuchar», nos cuenta. «Me quedo en el coche o me dejan en un sitio desde el que pueda seguir la cacería de oído, porque escucho mejor que ellos», admite. Gerpe recuerda la época en la que perdió la vista como «muy dura». «Me quedé ciego a los once años y evidentemente tuve un pequeño trauma. Dejé la escuela y estuve tres años sin salir de mi casa hasta que entré en un colegio de la ONCE», explica este aficionado a la caza desde que un día acompañó a un amigo. «La verdad que me impresionó», recuerda en cuanto a aquel momento. Poco después compró sus primeros perros.
José Gerpe es un gran aficionado a la caza de conejos y zorros. «Si tienes afición por la caza, debes escuchar y valorar cómo trabajan los perros, no el momento del disparo. Eso es ser un buen cazador», explica. «No es cuestión de que haya cazado o no algún animal, sino de que yo ayudo a mis compañeros a cazar, porque lógicamente el sentido del oído lo tengo más desarrollado que ellos, por lo que escucho mucho mejor las ladras, sé perfectamente qué perro está ladrando y ellos, a veces, no», añade.
Cuando le preguntamos por la caza mayor dice que «la bala va muy lejos». «Mis compañeros me dicen que vaya a una montería con ellos, pero me asusta», admite. En el resto de modalidades, Gerpe suele ir de acompañante junto a sus perros, por supuesto.
Una pasión desmedida
Gerpe tiene multitud de anécdotas sobre su pasión por la caza y la pesca, pero destaca dos: «Un día estábamos de zorros y le pregunté a un compañero que estaba alejado si estaba o no su perro con él. Me contestó que sí… y entonces le dije que a mi lado acababa de pasar un zorro. Escuché perfectamente cómo iba andando», explica sobre el emocionante momento. «Me concentro mucho durante una jornada de caza y tengo mucha ilusión por ella, eso me sirve para ayudar a mis compañeros», confiesa.
En otra ocasión, con 18 años y ansioso por la apertura de la temporada general, se levantó temprano el primer día y salió a la calle junto con sus perros para irse «de zorros». Cuando llegó a una finca cercana a su domicilio comenzó a cazar y, después de tres horas en la zona sin que nadie apareciese por allí, se dio cuenta de que los pájaros comenzaban a cantar. Eran las 8 de la mañana, se había confundido de hora y había salido de casa ¡a las 4 de la mañana!. «La ansiedad previa al inicio de la temporada de caza me jugó una mala pasada», recuerda riéndose.
La pesca, su otra gran pasión
La otra gran pasión de José Gerpe es la pesca, especialmente la de la trucha: «Conozco muy bien los sitios, sé dónde puedo estar y controlo dónde puedo lanzar la cucharilla», explica. El modo spinning es el más cómodo para Gerpe, que también pesca con mosca e incluso con boya: «Siento el tirón y, además, mis compañeros me ayudan cuando surge algún problema», relata. «Cuando pican, pescamos todos, y cuando no pican, nos miramos todos», dice en tono jocoso.
Un mensaje de superación
Por último, José deja un mensaje de superación para todos esos cazadores que puedan verse en una situación similar: «No hay que acomodarse. Hay cosas en las que podemos estar muy limitados todos, pero hay que intentarlo. Siempre puedes tener un resquicio para disfrutar de cualquier cosa de la vida», dice emocionado Gerpe, quien además hace unos días también fue protagonista en Periodipesca, un congreso cinegético que tiene lugar en Galicia.
Este es el vídeo del momento:
Otras dos grandes historias de superación que fueron protagonistas en Jara y Sedal
Para finalizar, recordamos otras dos grandes historias de superación que fueron protagonistas en Jara y Sedal. La primera de ellas es la de José Manuel Suárez «Tachi», un jovencísimo cazador que en 2015 sufrió un accidente al caerse desde una roca durante una cacería cerca de la localidad leonesa de Almuzara que le dejó en una silla de ruedas. Es vecino de Robles y, por supuesto, sigue siendo un apasionado del mundo cinegético porque es su filosofía de vida. Esta es su historia.
También el pasado 18 de febrero, un caso similar fue protagonista en este medio. Fue el de Javier Díaz, cazador de la localidad madrileña de Navalcarnero, al que el pasado mes de enero un problema en la arteria femoral le cambió la vida: tuvieron que amputarle una pierna. Tras la operación llevada a cabo en el Hospital Universitario Rey Juan Carlos, en Móstoles, tuvo la caza como terapia para afrontar el día a día tras el grave problema que sufrió. Su encomiable testimonio revelado a este medio es todo un ejemplo a seguir.