La cazadora Sandra Navarro se hizo hace unos días en espera con los dos jabalíes que destrozaban el huerto a un agricultor de su pueblo, uno de ellos con un destacable trofeo.

28/12/2019 | Redacción JyS

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La joven, con el jabalí. / JyS

La joven cazadora murciana Sandra Navarro, de 20 años de edad, se hizo con un tremendo jabalí medalla de bronce en una noche de espera el pasado 24 de noviembre y otro de menor envergadura en la misma jornada. Los abatió durante un permiso por daños agrícolas junto a su novio: eran los animales le estaban destrozando la huerta a un agricultor de la zona.

La primera parte de la noche, en una espera decepcionante

«Llegamos al puesto donde íbamos hacer la espera y observamos que el cebo estaba muy tomado», comienza explicando la joven. «La tarde pintaba bastante mal, porque soplaba mucho el viento y hacía bastante frío, lo que nos hacía pensar que la espera sería corta», sigue detallando Navarro. Una vez preparados empezaron la noche de espera.

El sol empezaba a caer y la sensación de frío aumentaba. A la hora y media de estar sentados se empezó a escuchar romper monte: «¡Nos estaban entrando!», exclama la joven. Los primeros en dar la cara fueron una jabalina y un jabato. «Les veíamos muy desconfiados, apenas estuvieron cinco minutos comiendo», dice Sandra. Al abandonar éstos la zona, entraron cuatro animales más: «una marrana, dos jabatos y un jabalí del que teníamos dudas, pero todo apuntaba que era macho». Se mostraban también «muy esquivos, ya que estaban continuamente abandonando la comida y volviendo a entrar».

El viento mantenía muy incómodos a los animales. A los 15 minutos de estar observándolos se escuchó un disparo de lejos, el cual hizo que se fueran corriendo «dejándonos el cebo vacío», relata Sandra. «Aun así decidimos continuar la espera ya que no nos habían localizado a nosotros y había posibilidades de que volvieran», explica. Tras pasar dos horas más esperando sin señal de haber alguno por la zona, recibieron una llamada del dueño de una de las fincas del coto pidiéndoles por favor que fueran a lo suyo que le estaban causando mucho daño los jabalíes: «No nos lo pensamos dos veces y fuimos para allá», comenta Sandra.

Cambio de finca… ¡en la misma noche!

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Los dos jóvenes junto al animal. / JyS

Al llegar a la finca aparcaron el coche y se colocaron en el puesto: ya al llegar «se apreciaba el daño causado por todas partes», comenta. «Las gomas del riego estaban agujereadas tirando agua a cántaros, todo el suelo levantado…», admite. De repente, y nada más colocarse en el puesto, apareció un jabalí al que abatieron rápidamente: «Era un macho joven, ideal para sacarle toda la carne y poderlo aprovechar», señala.

Poco después, «apreciamos la silueta de otro gran jabalí entre unos naranjos», relata Sandra. La joven se preparó de nuevo para disparar y, al apretar el gatillo, el jabalí hizo «un movimiento raro» antes de salir corriendo. «Teníamos claro que le había dado. Nos dirigimos a los tres cuartos de hora al lugar donde le disparé y apreciamos gotas de sangre en el suelo: empezaba el rastreo», narra la joven.

Encontrarlo no fue sencillo: «Después de varios minutos intentándolo ya empezábamos a darlo un poco por perdido, pero no nos íbamos a rendir tan fácil. El rastro ya casi ni se apreciaba, la sangre iba a menos pero poco a poco fuimos siguiéndolo. Poco después empezamos a encontrar manchas grandes como si se hubiese tumbado en el suelo. Era la señal que estábamos buscando. Tenía que estar cerca…», sigue contando Navarro.

Un metros más adelante Sandra y su novio lo encontraron. «Nos llevamos una gran sorpresa al ver el precioso ejemplar que había abatido». La alegría en ese momento «era máxima». «Nos chocamos las manos y nos dimos un fuerte abrazo contagiándonos los dos de la emoción de esa jornada que sin duda será uno de los mejores recuerdos que no se olvidan nunca», concluye la joven describiendo el momento en que dieron con el jabalí que según las primeras mediciones será medalla de bronce.

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