¿Por qué tener linces en tu coto de caza es lo mejor que te puede pasar?
La criminalización del sector de los cazadores es un clásico en el viejo ecologismo. La difusión de titulares que señalan a todo un colectivo sin pruebas para dañar su imagen pública de cara a la sociedad ha sido utilizada por los principales grupos ecologistas de nuestro país desde hace tiempo.
La vieja estrategia de repetir una mentira hasta que se convierta en una verdad es seguida a pies juntillas desde algunas de estas organizaciones que crean problemas inexistentes para ofrecer soluciones que no se necesitan (y obtener grandes cantidades de dinero público por ello).
El último caso lo acaba de protagonizar WWF España, quien acaba de enviar una nota de prensa a los medios españoles con un titular difícil de creer y sostener: «Un lince ibérico muere a manos de furtivos cada semana, alerta WWF».
Según esta organización ecologista, que ocupa nada más y nada menos que un puesto en el Consejo Asesor del Medio Ambiente, en España están muriendo cada año al menos 52 linces ibéricos por disparos y «por métodos de caza no selectivos, crueles e ilegales, como los cebos envenenados o los cepos».
De esta forma, la organización denuncia que «ha resurgido el furtivismo, uno de los principales factores que llevó al lince al borde de la extinción». Otro dato que es rotundamente falso, puesto que la persecución del lince que casi acabó con él no solo fue legal si no que además estuvo promovida y subvencionada por el Estado español durante siglos.
No hay que olvidar que el Reglamento de 3 de julio de 1903 para la aplicación de la Ley de Caza premiaba en su artículo 69 que aquellas personas que persiguieran y diesen muerte a «animales dañinos». En el caso del lince obtendrían una recompensa de 3,75 pesetas.
Según las propias conclusiones de los ecologistas, el furtivismo es hoy la segunda mayor causa de mortalidad no natural de la especie (un 5%), muy cerca de los atropellos (un 6%).
Los datos de WWF no concuerdan
Jara y Sedal ha querido contrastar esta información. Para ello ha solicitado a WWF la relación de linces muertos a manos de furtivos a la que hace referencia en su nota de prensa y los métodos utilizados en cada caso, pero la organización no se los ha facilitado porque, tal y como han reconocido, no disponen de ellos. Esto hace que sus afirmaciones sean más que cuestionables, teniendo en cuenta que no concuerdan sus propios datos.
Si cada semana muere al menos un lince a manos de un furtivo, tal y como afirman, tendríamos 52 linces muertos al año «tiroteados, envenenados o víctimas de cepos ilegales». A estos 52 habría que sumar los más de 50 que cada año perecen atropellados en las carreteras, tal y como el propio WWF explica en su página web. En total, al año deberían estar muriendo más de 100 linces ibéricos por ambas causas.
Teniendo en cuenta que, como subrayan en su nota de prensa, furtivismo y atropellos solo suman el 11% de causas de mortalidad no natural de la especie, aún quedarían un 89% de linces que mueren por otras causas, lo que arrojaría una cifra de mortalidad anual de unos 927 ejemplares. Un dato que no resulta muy creíble, teniendo en cuenta que su población actual en la Península Ibérica está estimada en unos 1.668 ejemplares.
Además, en la misma nota de prensa, WWF asegura que se ha constatado que «233 linces murieron ilegalmente desde el año 2000 hasta el 2021». Eso son unos 11 al año, muy lejos de los 52 que aseguran están pereciendo a manos del furtivismo y los métodos de caza no selectivos.
Una simple estimación sin datos que la avalen
Tal y como reconocen desde la organización ecologista a este medio, sus datos son «una estimación» extraída del informe SWIPE, el cual monitoriza los delitos contra las especies silvestres y su persecución en los diferentes países europeos.
Si accedemos a su última versión, que recoge los datos obtenidos entre 2015 y 2020, podemos ver que los casos registrados de especies afectadas por furtivismo o envenenamiento en casos de delitos medioambientales son trece, pero entre ellas no se encuentra el lince ibérico. Ni un solo caso.
Por tanto, WWF no ha podido mostrarnos ningún dato que le permita afirmar que un lince muere cada semana a manos del furtivismo. Solo «estimaciones». Aún así desde la organización nos aseguran que «existen muchos datos y casos registrados oficialmente acerca de furtivismo y lince en nuestro país, pero pertenecen a Administraciones Públicas y, para obtenerlos, habría que hacer una solicitud de información a dichas Administraciones».
Algo que no han hecho antes de enviar la nota de prensa.
¿Por qué denuncia WWF un problema que no existe?
Curiosamente, la publicación de esta nota de prensa coincide con el final del proyecto SWiPE (Successful Wildlife Crime Prosecution in Europe), financiado por el programa LIFE de la Comisión Europea. Se trata de un proyecto de más de tres millones de euros del que se han beneficiado once oficinas nacionales y regionales de WWF, además de otras organizaciones.
Pero ¿por qué ha denunciado WWF un problema que no existe? De todos es sabido que las grandes organizaciones ecologistas se nutren del dinero público para mantener sus infraestructuras. Ese dinero público lo obtienen por diferentes vías, una de ellas es la realización de proyectos como el SWiPE que ahora se ha terminado.
Extraer conclusiones que no disponen de datos que lo avalen puede servir para crear nuevos proyectos de los que seguir obteniendo ingresos. Cabe destacar que WWF mantiene activa una campaña en Internet con el lema #YoProtejoAlLince en la que asegura que «cada año aparecen decenas de linces muertos por disparos y en trampas tan crueles como cepos o lazos».
En la misma web aseguran «si queremos que uno de los grandes emblemas de nuestra fauna autóctona tenga un futuro, hay que poner fin a esta sangría intolerable que amenaza la supervivencia del lince ibérico». Y terminan reclamando al Ministerio para la Transición Ecológica «un plan de mejora de carreteras y un plan de lucha contra el furtivismo».
El caso del lince tiroteado en el que se personaron los cazadores
El único caso al que se hace referencia en la nota de prensa y en el vídeo lanzado por WWF es «el de un cazador fue condenado a dos años y un día de prisión por disparar a bocajarro a un lince ibérico en Don Benito (Badajoz)».
Se trata del único caso registrado en los últimos años. Hay que recordar que la Federación Extremeña de Caza fue uno de los primeros organismos en personarse como acusación particular y este medio uno de los pocos que hicieron un seguimiento del caso desde su denuncia hasta la resolución judicial.
De hecho, WWF ha utilizado uno de los titulares de Jara y Sedal para ilustrar el vídeo en el que alerta sobre el supuesto furtivismo que amenaza a la especie. Ambos datos obviados por la organización.
A pesar de ello, Ramón Pérez de Ayala, responsable de la conservación del lince en WWF España, ha defendido en la polémica nota de prensa «el lince es una especie ampliamente aceptada y querida en sus nuevos territorios, incluyendo al colectivo ganadero o cinegético. Es imprescindible adelantarnos a los conflictos e invertir en medidas preventivas, como reforzar los gallineros, algo que ya se está haciendo en muchas zonas donde trabaja el proyecto LIFE LynxConnect».