El pasado reciente del mundo rural español, ese que aún late bajo la memoria de caminos borrados y oficios desaparecidos, vuelve a asomarse en las páginas de Viejas historias de furtivos olvidados. Se trata de un libro construido a partir de testimonios reales, escenas documentadas y décadas de trabajo de campo, que pone el foco en una realidad marcada por la escasez, el silencio y la supervivencia.
La obra, escrita por Israel Hernández —director de la revista Jara y Sedal y Cazaflix—, plantea un recorrido por una España áspera, en la que la miseria y la dureza del campo empujaron a muchos hombres a vivir al margen de la ley. No como elección, sino como única salida. Son historias localizadas en distintos rincones del país, unidas por un mismo hilo: la necesidad como motor y el monte como escenario cotidiano.
Lejos de enfoques épicos o moralizantes, el libro se sitúa en un terreno humano, casi íntimo. Sus páginas recuperan escenas que estuvieron condenadas al olvido, rescatadas a través de la memoria oral y de los pocos testigos que aún conservan recuerdos de aquella época de sombras, tricornios y silencios impuestos.
Un viaje a la España que ya no está
El prólogo define con claridad la intención del libro: «Este libro que tiene usted en sus manos es un viaje al pasado más reciente de una España rural que comienza a perderse tras la difusa neblina del tiempo». A partir de ahí, se despliega una sucesión de relatos en los que el hambre y la astucia pesan más que cualquier norma escrita.
Los protagonistas son hijos de un tiempo ingrato, obligados a buscar alimento donde podían encontrarlo. «Porque eran tiempos en los que las leyes que los sometían las dictaban sus propias tripas, no las cortes de Madrid», señala el texto introductorio. Las escenas descritas están basadas en hechos reales, aunque en algunos casos los nombres se diluyan entre la realidad y la reconstrucción narrativa.
Uno de los aspectos más relevantes del libro es su voluntad de contextualizar sin justificar. El propio prólogo lo subraya con rotundidad: «Este libro no es una apología de la caza furtiva. Tampoco es un ajuste de cuentas. Es una crónica humana». Una advertencia clara al lector para no aplicar miradas actuales a realidades del pasado.

Memoria, raíces y dignidad
El libro se presenta también como un ejercicio de memoria colectiva. Un intento de dignificar vidas que se consumieron en los montes, cargadas de conocimientos prácticos, códigos propios y experiencias que rara vez encontraron espacio en los libros. En ese rescate aparece incluso la figura del abuelo del autor, Laureano, cuyas vivencias atraviesan algunos capítulos como hilo emocional.
«Juzgar el pasado con las reglas del presente es tan injusto como disparar contra quien ya no puede defenderse», advierte el prólogo, en una de las reflexiones que mejor resumen el espíritu de la obra. No hay intención de escandalizar, sino de comprender y conservar.
Viejas historias de furtivos olvidados ya se puede reservar a través de librosdecaza.com, donde figura como una de las novedades destacadas. Un volumen pensado para quienes buscan entender de dónde venimos antes de decidir hacia dónde miramos.
@jara_y_sedal Hubo un tiempo en el que cazar no era un deporte, era sobrevivir. Historias reales de una España rural que ya casi nadie recuerda. El hambre, el monte, la huida… y la memoria de nuestros abuelos. 📖 Viejas historias de furtivos olvidados ya está disponible. #furtivos #memoriarural #caza #historiasreales #españarural ♬ sonido original – Jara y Sedal








