Entre los últimos días de septiembre y principios de octubre en los bosques de la Serranía de Cuenca resuenan los berridos de los ciervos que buscan atraer a las hembras y desafiar a sus rivales. Un espectáculo fascinante para los observadores de la fauna y una ocasión única para los cazadores, incluso para los que buscamos nuestra oportunidad empuñando un arco.

Aquí cazamos desde hace mucho tiempo. Con siete años, Javier –hoy tiene 26– fue el primero en comenzar a acompañar a nuestro padre, Benjamín, quien iba armado con un arco tradicional. Santiago (24 años) no tardó unirse a la partida. Después nos sumaríamos Enrique (23) y Benjamín (28). Y lo más curioso es que tras varias temporadas sin abatir un animal conseguimos convencer a nuestro padre para que se pasase al rifle. 

Una de las puntas de flecha usadas para cazar el ciervo con arco.
Una de las puntas de flecha usadas para cazar el ciervo con arco. © Hermanos Cazadores

Durante todo este tiempo, y sin ser conscientes de ello, se estaba creando un vínculo único entre los cuatro que fue el germen de Hermanos Cazadores. Un proyecto que nació hace cuatro años, al mismo tiempo que el ADN arquero que nos transmitió nuestro padre se manifestó para convertirnos en apasionados de la caza con arco hasta el punto de dejar de lado las armas de fuego.

Aquellos inicios en la caza con arco de la mano de nuestro padre nos ha llevado a adoptar un enfoque muy conservacionista: cazar poco y siempre que haya espacio en el congelador. Es una modalidad que nos ha permitido encontrar una sintonía perfecta con la naturaleza y que requiere horas de observación y estudio de los animales y los fenómenos naturales y de entrenamiento y especialización en técnicas y equipo.

Entrenar: la clave de la berrea con arco

La preparación comienza mucho antes de escuchar el primer bramido. Los cuatro hermanos nos preparamos para llegar en plenas facultades a la cita con la berrea con largas tardes de entrenamiento en las que no faltan los piques por ver quién coloca la mejor flecha. A pesar de que aprendimos a cazar con arco tradicional, el de poleas es nuestro preferido por su precisión, potencia… y porque resulta más sencillo de manejar. Ya tendremos tiempo para subir de nivel.

Los Hermanos Cazadores en un día de entrenamiento. © Hermanos Cazadores

Tras años de prueba los cuatro hermanos cazamos con un Mathews Phase 4, un arco que, por nuestra experiencia, ofrece una combinación perfecta entre velocidad y sigilo en la suelta de la flecha, cualidades muy cuando nuestros objetivos son ciervos y corzos. En cuanto a las flechas, nos decantamos por las Victory Vap Tko: de microdiámetro, la más precisa del arsenal de la marca y con la que conseguimos la máxima penetración. Equipada con punta mecánica nos permite abatir un animal tan duro como el ciervo, especialmente alrededor de los 50 metros de distancia. 

Reconociendo el terreno

La Serranía de Cuenca es un terreno desafiante. Puedes estar días y días escuchando a los machos berrear a 50 metros de ti y nunca llegar verlos. No sería la primera vez que volvemos a casa sin haber visto ni un solo animal. El ciervo de este territorio es, por nuestra experiencia, el más esquivo de toda nuestra fauna cinegética.

A pesar de que llegan a alcanzar los 150 kilos de peso, son sigilosos fantasmas capaces de caminar en absoluto silencio y siempre estar tapados, por no hablar de su prodigiosa vista: al más mínimo movimiento no dudan en poner tierra de por medio.

Imitando el sonido de un venado en berrea.
Imitando el sonido de un venado en berrea. © Hermanos Cazadores

Cada año las querencias cambian, por lo que la observación previa es crucial. Pasamos días antes de que estalle este espectáculo observando el terreno: bañas tocadas, rascaderos, zonas donde abunda la comida… y un sinfín de circunstancias cambiantes a las que hay que adaptarse cada año. Nuestra zona de caza está dominada por una solana de gran extensión con cierta inclinación hace que sea francamente difícil caminar sin hacer ruido.

Pinos y robles despuntan en las cotas bajas y formaciones rocosas en las altas. En cuanto sale el sol, los ciervos ascienden sin pausa en dirección a las peñas más altas de la solana sin prácticamente conceder una oportunidad de acercamiento. Antes los recechábamos desde abajo y en su misma línea, pensando ingenuamente que en algún momento los conseguiríamos ver. Pero el escarpado terreno, la espesura del monte y la velocidad a la que se mueven hacían que esta estrategia nunca diese sus frutos. Les escuchábamos berrear tan cerca que, ilusos, creíamos que lo teníamos… Nada más lejos de la realidad. Ni si quiera llegábamos a verlo.

Y la suerte nos vino a ver en forma de ciervo

La caza con arco durante la berrea requiere de estrategias específicas. En las últimas temporadas rececharlos en silencio ha sido una misión imposible debido a lo seco que estaba el terreno, donde las hojas de roble se alían con los astutos venados. Por eso, una de las más efectivas –que hemos aprendido a base de fallar y fallar– es preparar una espera en lugares cerca de sus encames. Para ello tenemos que madrugar mucho para llegar al punto de espera prácticamente de noche y amanecer en la zona caliente.

Esta técnica requiere de mucha paciencia y de un camuflaje perfecto para evitar ser detectado. Nuestro último lance con arco en berrea en la Serranía de Cuenca tuvo lugar la pasada temporada, y fue tremendamente inesperado. Madrugamos con intención de realizar una espera entre dos valles de umbría cuyo terreno pedregoso nos permitiría llegar al puesto sin hacer ruido. Nos dividimos en parejas y nos colocamos separados por unos 60 metros. A las 07:00 horas, tras escuchar los primeros bramidos, nos dimos cuenta de que no habíamos acertado con el puesto: la mañana era más fría de lo habitual por lo que todos los venados se encaminaban a la solana.

Un venado berreando dentro del monte. © Hermanos Cazadores

Nos pusimos en marcha y muy despacio empezamos a recortar distancia. Tras más de dos horas, conseguimos ver fugazmente al ciervo con su harén, pero ya hacía mucho calor y no tardaron en esfumarse en silencio hacia los encames. El campo recobró el silencio. Las melodías de la naturaleza pertenecían ahora a las aves. Cuando estábamos a punto de dar por finalizada la mañana escuchamos un bramido no muy lejano. Intuimos que el ciervo estaba tumbado y nos dirigimos hacia su posición sin ningún tipo de cautela, al ritmo del crujir de las hojas a nuestros pies, sin esperanza.


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Aprovechamos sus bramidos para ahogar nuestros ruidosos pasos. Avanzaba rápido. De repente vimos a cinco hembras correr en nuestra dirección con el ciervo siguiéndolas de cerca. Se habían alineado los astros: no nos habían visto ni escuchado. Las hembras pasaron de largo y se perdieron, pero el macho se paró a 50 metros de distancia en el único claro entre robles como si el destino mismo hubiera decidido colocarle ahí, frente a nosotros, en un encuentro tan inesperado como mágico. Santi, con destreza y calma, abrió su arco y lanzó la flecha. Después, el campo volvió a sumirse en un profundo silencio.

Momento de felicidad tras cazar un ciervo en familia.
Momento de felicidad tras cazar un ciervo en familia. © Hermanos Cazadores

No todo depende de ti

Pese a los esfuerzos y preparativos, la caza siempre será una actividad cargada de incertidumbres en la que los resultados no dependen únicamente de la habilidad del cazador, también de una serie de factores imprevisibles que pueden cambiar el desenlace en cualquier momento. Tras unos cuantos años cazando en estos parajes de la Serranía de Cuenca Santiago sigue siendo el único de los cuatro hermanos que ha conseguido cazar un ciervo en la Serranía de Cuenca. Los otros tres seguiremos preparándonos para nuestro momento.

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