Todo empieza con la llegada a la postura en la montería. Ahí empiezas a jugar el lance y de tus primeros pasos depende el éxito o el fracaso. La situación de poder disparar sobre una pieza hay que forzarla y evitar hacer todo aquello que reduzca las posibilidades de que algo entre en nuestro tiradero. Olvida los portazos, las voces altas y mira dónde pisas: dos piedras rodando pueden alertar a los cochinos, que no tomarán esa dirección hasta verse acosados. Una vez en el puesto márcate con tus vecinos y estudia el tiradero que tienes por delante. Analiza cada palmo del terreno y selecciona los mejores sitios para disparar. Echa un vistazo al suelo y límpialo de piedras y hojas para que puedas moverte con sigilo en aproximadamente un metro cuadrado.
La montería: cuestión de velocidad y distancia
El tiro en montería es radicalmente distinto a todos los disparos que se suelen hacer con rifle. Son armas diseñadas para obtener un rendimiento preciso y milimétrico sobre blancos estáticos, con un apoyo estable y los nervios bajo control. En estos lances tu postura es mala –estás de pie–, el corazón se te sale por la boca y, normalmente, el objetivo se mueve a gran velocidad. Entran en juego dos factores: la velocidad y la distancia. Corre la mano, como si de una escopeta se tratase, siempre que el cochino o la res vayan al trote o más rápido. Serás el único que sabrá cuánto adelantar el disparo en función del ritmo que lleve. No tengas miedo: si ves un jabalí a 60 metros corriendo a toda velocidad apunta 30 centímetros por delante de su hocico y el impacto lo recibirá en el sitio correcto.
El instante decisivo
Si el cochino, o la res, entra zorreado, tómate tu tiempo e intenta tranquilizarte. El corazón se acelera y te puede llevar a realizar movimientos que no tenías en mente. Un guarda me dijo que la caza tiene la muerte en un sitio concreto y que es obligación del cazador juzgar la situación y decidir cuál es ese lugar. Permanece inmóvil sin perder al animal de vista y échate el rifle a la cara sólo cuando sepas al 100% que no te ve. Aprovecha cuando pasa detrás de arbustos o troncos para esperarle a la salida y poder poner la cruz de tu visor sobre su codillo. Parece sencillo, pero no lo es. Si tu puesto es de cortadero tu actitud debe ser diferente. Aquí manda el oído, y siempre que percibas la llegada de algún animal debes estar en guardia y preparado.
Tres equipos perfectos para la caza del jabalí en montería o batida
Encuentra tu swing
La rutina de disparo en movimiento es compleja y sólo llegarás a dominarla con la práctica. En gran medida es cuestión de ritmo. Cuando un jabalí entra corriendo de izquierda a derecha dibuja una línea imaginaria desde su cola al hocico atravesando el codillo: esa es la trayectoria que debe seguir tu arma, recta, suave y desde la parte trasera. Importante: no detengas ese movimiento. Muchos cazadores frenan el swing justo en el momento del disparo y como consecuencia el impacto es trasero o fallido. Debes realizar un movimiento continuado hasta alcanzar la zona en la que quieres apretar el gatillo. Otra cosa es cuando el objetivo viene de cara. Su trote hace que la cabeza oscile de arriba a abajo: intenta no seguir ese movimiento y mantén una postura estable hasta que decidas accionar el gatillo.
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