El río Ebro ha vuelto a acoger al esturión, un pez milenario que se había extinguido en sus aguas hace más de 50 años. Una cuarentena de ejemplares de esta especie, procedentes de Francia, fueron liberados la pasada semana en la playa fluvial de Tivenys (Baix Ebre), dentro del proyecto Life MigratEbre, que pretende restaurar la conectividad ecológica del río y favorecer la reproducción de las especies migratorias.

Los esturiones, que tienen un año y medio de vida y miden poco más de veinte centímetros, han estado unos veinte días aclimatándose en el centro acuícola del IRTA de la Ràpita (Montsià), donde les han colocado unos chips de ultrasonidos para su seguimiento. Los técnicos de diferentes entidades colaboradoras del proyecto los han soltado en pequeños grupos al río, donde se han marchado enseguida río abajo.

El esturión, un pez que puede vivir más de cien años

Los esturiones son unos peces que pueden llegar a medir unos dos metros, pesar un centenar de kilos y vivir cien años o más. Son peces migratorios, que nacen en el río, crecen en el mar y vuelven al río para reproducirse, a los 15 o 16 años. Sin embargo, los obstáculos que se fueron construyendo en el Ebro, como los azudes y las presas, impidieron su paso y su reproducción, lo que provocó su extinción.

La suelta de los esturiones ha sido un acontecimiento histórico para las Terres de l’Ebre, para el río y para el proyecto MigratEbre, según ha remarcado la directora del IDECE, Norma Pujol. El objetivo es que estos peces se queden unos años en el tramo bajo del Ebro, entre Tortosa y Deltebre, y luego se vayan al mar, donde vivirán una década. Después, volverán al río para reproducirse, tanto en la zona del azud de Xerta-Tivenys como río arriba, gracias a la rampa de peces que el IDECE ha empezado a construir.

Una rampa de un millón de euros

Esta rampa será la culminación del proyecto MigratEbre. Se trata de una obra que permitirá a los peces migratorios, como el esturión, la raya y otros, superar los más de tres metros que tiene el azud de Xerta-Tivenys y acceder a nuevos espacios de reproducción. La rampa tendrá unos 70 u 80 centímetros de profundidad y elementos para reducir la fuerza de la corriente de agua. Las obras costarán cerca de un millón de euros y estarán condicionadas a las condiciones climatológicas y las del propio río.

Con esta actuación, se pretende garantizar la conectividad ecológica del río y mejorar la calidad físico-química y biológica de sus aguas. El coordinador científico del proyecto, Marc Ordeix, ha explicado que con la rampa de peces se aumentarán hasta 10 o 20 veces las zonas de reproducción de las especies migratorias, que actualmente se quedan hacinadas en el azud, donde son presa fácil de los depredadores y las especies invasoras, como el siluro y el cormorán.

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