Los cazadores de Zamora, Valladolid y Salamanca viven con preocupación una ola de robos en vehículos estacionados en zonas de caza y caminos rurales. En varios puntos de estas provincias se han denunciado hurtos de herramientas, armas, ropa técnica y dispositivos electrónicos, lo que ha generado una creciente sensación de inseguridad entre los aficionados y profesionales del sector.

Aunque la sustracción de material de valor no es nueva en el medio rural, la frecuencia de los últimos incidentes ha hecho saltar las alarmas. Los afectados aseguran que los hechos se repiten con un patrón similar: los ladrones actúan cuando los cazadores se adentran en el monte, forzando cerraduras o rompiendo cristales para acceder al interior de los vehículos.

Un fenómeno que se extiende por el noroeste de Castilla y León

En las últimas semanas se han registrado casos en distintas comarcas de las tres provincias. Según las denuncias, los robos suelen producirse a primera hora de la mañana o durante las batidas de caza mayor, momentos en que los vehículos quedan sin vigilancia durante horas. Las pérdidas materiales varían, pero en algunos casos superan los 3.000 euros, al incluir ópticas, accesorios o emisoras de comunicación.

Según recogen diferentes medios como La Vanguardia o EFE, fuentes policiales han confirmado que los hechos están siendo investigados y no descartan que tras ellos haya grupos itinerantes especializados en el robo de material cinegético.

Del oportunismo a la organización delictiva

La Guardia Civil trabaja con la hipótesis de que existen dos perfiles distintos de delincuentes actuando en la zona. Por un lado, individuos que aprovechan la ocasión para hacerse con objetos de fácil venta. Por otro, bandas organizadas que recorren la comunidad en busca de vehículos con material valioso, especialmente durante los fines de semana.

El mercado negro de material de caza se ha convertido en un canal lucrativo, alimentado por la falta de trazabilidad de algunos artículos y por la demanda de dispositivos de óptica o emisoras. En este contexto, los ladrones pueden colocar rápidamente el material sustraído en plataformas informales o venderlo fuera de la comunidad.

La oleada delictiva no solo ha generado pérdidas materiales, sino también una sensación de vulnerabilidad en el ámbito rural. Para muchos cazadores, estos ataques suponen un golpe más a una actividad que sostiene parte de la economía local y que, una vez más, se ve amenazada por la inseguridad. Desde Jara y Sedal recomendamos no dejar sin vigilancia en los vehículos accesorios valiosos ni, por supuesto, armas, con el fin de que este tipo de robos se acaben cuanto antes.

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