El pasado 16 de noviembre, una mañana de caza entre familiares y amigos cerca de Benavente (Zamora) se transformó en una escena angustiosa. Francisco Alcalá Estébanez, que había salido al monte junto a su hermano Antonio y dos amigos, terminó lanzándose al río Esla, desbordado y con el agua helada, para salvar a su perra Shakira, una jagd terrier de cuatro años. El vídeo, enviado por el propio Fran a esta redacción, muestra el momento en el que el cazador se juega la vida para sacarla de entre las ramas arrastradas por la corriente.
Francisco relata que la jornada había comenzado como cualquier otra. «Como cada fin de semana, a nosotros lo que más nos gusta cazar es el jabalí y habíamos quedado el domingo para cazar con unos amigos al salto». Aquella mañana se reunieron temprano, como siempre, con su equipo de perros de rastro —azules de Gascuña y astur cántabros— y con el apoyo de varios jagd terrier, valientes y acostumbrados a estos pequeños ganchos.
Tras levantar los primeros jabalíes, la suerte empezó a torcerse. «Vuelvo a meter los perros. Sale el segundo jabalí, lo fallan, y se va hacia el río», recuerda Fran. Él consiguió parar a la mayoría con el GPS, pero no a todos. La crecida del Esla complicaba cualquier maniobra: «El río viene desbordadísimo. Viene una de agua de la leche», afirma.
Cuando volvió a mirar el dispositivo, vio que algunos perros habían entrado en el agua. Los de rastro lograron darse la vuelta, pero Shakira no. La pequeña terrier quedó atrapada entre troncos arrastrados por la riada, incapaz de trepar. «La pobre ahí, vuelta y que no podía, no podía», recuerda el cazador aún angustiado.

Un rescate al límite
En esos momentos críticos, unos pescadores que estaban cerca intentaron ayudar. Francisco pidió a uno de sus amigos que buscara una barca, porque Fran sabía que la perra no aguantaría demasiado y la situación empeoraba por segundos: «Yo vi que la perra se iba, que se caía y… no me lo pensé».
Sin quitarse más que el móvil y el GPS, el cazador se lanzó al agua helada. «Mal hecho a lo mejor por meterme con botas de goma, que estaba todo aquello lleno de palos por abajo». La corriente arrastraba con fuerza, y para alcanzar a la perra tuvo que tirarse varios metros por encima de donde estaba atrapada.
Al llegar, Shakira apenas podía mantenerse a flote. «Creo que cuando le he echado mano a la perra, la cabeza la tenía debajo del agua». Fran la sacó como pudo y la arrastró hasta la orilla, entre golpes de ramas y con las piernas entumecidas por el frío. Sus amigos tiraron de ambos entre zarzas para sacarlos del cauce.
La perra se recupera
Shakira lo pasó mal, pero evoluciona favorablemente. «La perra se está recuperando bastante bien», explica Francisco. La jornada terminó allí. Él volvió a casa tiritando, directo a una ducha caliente, todavía en calzoncillos. «Estuve una hora cazando. Se acabó el día», reconoce.
El susto fue mayúsculo, pero hoy lo cuenta con alivio y orgullo por su equipo. Un día destinado a ser una batida tranquila acabó recordándole cómo, en el monte, una decisión rápida puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.









