En Reino Unido han dado un paso firme para hacer historia después de acordar la aprobación de comercializar carne cultivada en laboratorio que pueda utilizarse para elaborar alimento para mascotas. Con esta medida han dado lugar a la primera vez que, en todo el mundo, se da luz verde a la utilización de esos ingredientes para dicho fin.

De este modo, la empresa Meatly podrá comenzar a producir sus células de pollo para la elaboración de ese tipo de comida animal. En concreto, fue el pasado 2 de julio cuando la Agencia de Salud Animal y Vegetal (APHA) otorgó la aprobación que hoy celebran a nivel internacional.

Primera empresa autorizada a vender carne cultivada

Owen Ensor, director de la empresa, destacó que estaban ante un día «trascendental para Meatly, así como para las industrias europeas de carne cultivada y alimentos para mascotas». «Meatly tiene autorización para vender en Reino Unido», ha continuado explicando, «esto nos convierte en la primera empresa en Europa autorizada para vender carne cultivada y la primera en el mundo en obtener autorización para vender alimentos cultivados para mascotas».

Estas carnes cultivadas en laboratorio se obtienen mediante células animales, por lo que según sus creadores ponen fin, en parte, a la necesidad de la ganadería tradicional. Por lo tanto, se presenta como una alternativa para quienes no quieren eliminar por completo la carne de sus dietas, pero sí reducir el impacto ambiental.

En lo que respecta a la perspectiva que Europa tiene acerca de estos nuevos alimentos, cabe destacar la posición de Hungría, siendo contraria a su desarrollo. Así lo mostró en la Comisión Europea del pasado lunes.


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De acuerdo con esa idea se pronunció también Nobert Totschnig, ministro de Agricultura austriaco, quien aseguró que la Unión Europea debería garantizar una «producción alimentaria de alta calidad, tradicional y regional».

Diferente es el caso de España. Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, destacó que la preferencia por los alimentos tradicionales «no debe ser una excusa para poner una venda en los ojos a la innovación en la producción alimentaria. Al final, el que tiene la razón es el consumidor. Y si el consumidor pide nuevos productos, habrá que tenerlo en cuenta».

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