Los trofeos de aquellas piezas de caza mayor que se encuentren en un determinado coto, bien sea por muerte natural o como consecuencia de una acción de caza en la que no se ha podido identificar al cazador que hirió al animal, son propiedad del titular del aprovechamiento cinegético.
La respuesta es no. El derecho a recoger las cuernas de los ciervos o de otros trofeos de caza corresponde en exclusiva al titular del aprovechamiento en el que se hallen. Mucho cuidado con ello, pues han sido varias las denuncias que se han cursado por la apropiación indebida o hurto de desmogues o trofeos de caza y por la posterior venta irregular de los mismos.
De hecho, incluso algunas personas han sido imputadas por pertenencia a banda criminal organizada por la exportación de desmogues a países asiáticos. Allí son manipulados para fabricar elementos de decoración, productos tradicionales de salud o afrodisíacos.
Una práctica habitual entre los furtivos
En los últimos años se ha generado toda una industria alrededor de las cuernas que ha supuesto que en muchas fincas se esté vigilando a los furtivos de desmogues y se realicen controles en las carreteras por medio del Seprona.
Igualmente, existe una demanda por parte de la industria artesana para la manufacturación de mangos de cuchillo, lámparas, sillas, mesas o botones de chaquetas, por lo que se llega a pagar una media de 12 euros el kilogramo de material, IVA incluido. La mayoría de los propietarios ceden estos beneficios a los guardas de las fincas: es una manera de incentivar su trabajo, ya de por sí bastante duro.
Si tienes permiso, así puedes encontrar desmogues de ciervo
Según Fernando Álvarez de Sotomayor, la búsqueda, conteo y análisis de esas cuernas es la clave para saber si esa gestión que tan celosamente cada propietario de coto protege para sí ha dado los resultados esperados. Para ello, el primer paso es que la guardería, el gestor o los propietarios recorran minuciosamente el campo para hallarlas.
Las más fáciles de encontrar son las que se encuentran en las siembras, barbechos o laterales de los caminos; una vez barridos estos enclaves nos tendremos que introducir en el monte para continuar su búsqueda. Si éste tiene claros suficientes, peinaremos las zonas más querenciosas sobre un vehículo todoterreno. En las zonas más espesas de jaras o romeros, habrá que intentar hallarlas a pie o a caballo. Es un método mucho más cómodo que nos ofrece un ángulo de visión superior, por lo que podremos localizar mucho mejor los desmogues por las trochas del monte.