El borrador presentado por la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) para prohibir la munición de plomo en la caza y el tiro deportivo ha generado un choque de calado entre Bruselas y el sector armero europeo. La medida, impulsada bajo argumentos de salud y medio ambiente, llega en plena tensión geopolítica y ha encendido las alarmas de fabricantes, asociaciones profesionales y expertos en defensa, que temen un impacto directo en la capacidad de producción militar.

El gerente de la Federación Sectorial Armera de España, Pedro Morrás, considera que la norma va mucho más allá de un debate ambiental. Su lectura del borrador apunta a consecuencias en cascada para la industria civil y militar, cuya interdependencia ha sido clave en los últimos años para garantizar el suministro europeo de munición en situaciones de crisis. En un contexto marcado por la guerra en Ucrania y por el anuncio de un nuevo paquete económico de la Comisión para reforzar el armamento de los Estados miembros, el sector entiende que la propuesta llega en el peor momento posible.

La Comisión sostiene que la medida es proporcionada. Sin embargo, sobre el terreno, quienes conocen la operativa de fabricación alertan de que la reconversión de las líneas de producción podría dejar sin capacidad de respuesta a Europa en caso de conflicto armado. Y esa advertencia ha empezado a calar también en varias capitales europeas.

En coste de la caza del zorzal se dispararía si se prohíbe el plomo. © Ángel Vidal

Un impacto que trasciende lo cinegético

La ECHA argumenta que el plomo supone un riesgo para la salud y para la fauna silvestre. Para Morrás, ese planteamiento es incompleto: «La Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas ha presentado este borrador con objetivos relacionados con la salud humana y el medio ambiente, pero ignora por completo el impacto económico, industrial y deportivo». Recuerda además que los colectivos cinegéticos están siendo reclamados para labores de control de fauna mientras se les imponen nuevas restricciones y se encarecen materiales esenciales.

El experto subraya que la amenaza mayor ni siquiera está en el ámbito deportivo. Su preocupación principal se dirige al equilibrio militar europeo: «Con la actual situación que vivimos en Europa, donde el suministro de munición está demostrando ser un factor clave en el desarrollo de la guerra de Ucrania y la defensa de la Unión Europea, una posible limitación o prohibición del uso del plomo en el ámbito civil tendrá graves consecuencias en el ámbito militar».

Proceso de fabricación de una punta con munición de plomo. © Israel hernández

Según explica, la mayoría de los fabricantes trabajan para clientes civiles y militares, y buena parte de la cartuchería de pequeño calibre destinada a defensa incorpora proyectiles de plomo. La industria opera con líneas versátiles capaces de bascular hacia la producción militar cuando las circunstancias lo exigen. «Cuando las líneas de producción se rediseñen y adapten para proyectiles sin plomo como resultado de la propuesta de restricción del Reglamento REACH, no podrán utilizarse para producir proyectiles de plomo cuando surja esa necesidad, como en situaciones de guerra», advierte Morrás.

Los fabricantes sostienen que este punto es clave: si se obliga a modificar maquinaria y procesos, el efecto será estructural y difícilmente reversible. No se trata solo de un cambio técnico, sino de limitar una capacidad estratégica.

La capacidad defensiva europea, en cuestión

En el sector preocupa que Bruselas esté acelerando una medida que no incluye un análisis completo de impacto en defensa. «La mayoría de los sistemas de armas están diseñados y aprobados para funcionar con munición de plomo», recuerda Morrás. Cualquier alteración obligaría a procesos de homologación largos y costosos que Europa no puede permitirse en mitad de un escenario bélico en su frontera oriental.

A ello se suma el papel de los campos de tiro, que estudian con inquietud las exigencias técnicas derivadas del borrador. El riesgo de cierres masivos —el sector estima que podrían ser hasta un 95 % en algunos países— añade más presión sobre un ecosistema industrial que sostiene miles de empleos directos e indirectos en Europa.

La contradicción señalada por fabricantes y asociaciones es evidente: mientras la Comisión impulsa programas multimillonarios para reforzar la defensa, avanza a la vez una norma que, según sus críticos, reduciría la capacidad de reacción ante emergencias militares.

Crece la oposición política en la UE

El frente político también se ha ensanchado. En los últimos meses, cada vez más Estados miembros han expresado su rechazo a la propuesta impulsada por la ECHA. Según la información trasladada por el IEACS, varias delegaciones han pasado de la crítica técnica a declararse directamente en contra del texto. El escenario apunta incluso a un «riesgo elevado de minoría de bloqueo».

Pedro Morrás, gerente de la Federación Sectorial Armera.

Durante la última reunión del Comité REACH, países como Italia, Suecia, Bulgaria, Hungría, Lituania o la República Checa cuestionaron abiertamente el impacto de la prohibición sobre la defensa, la industria de la munición y las economías rurales. Reclaman periodos transitorios más amplios y una evaluación que tenga en cuenta la interdependencia entre la producción civil y militar.

El debate, lejos de suavizarse, se ha tensado también por la decisión de la Comisión de dividir el expediente en dos: uno sobre munición y otro sobre aparejos de pesca. Bruselas prevé que la parte de pesca pueda votarse antes, mientras que la prohibición de balas y perdigones de plomo seguirá bloqueada al menos hasta la próxima reunión del Comité REACH.

Los cambios introducidos en el borrador —como la revisión a diez años de las medidas en campos de tiro o la eliminación de la venta exclusiva de cartuchería en esas instalaciones— no han calmado a los gobiernos críticos ni a un sector que ve el expediente como un riesgo real para su supervivencia.

Un futuro incierto para la industria y para la defensa europea

El relato que llega de Bruselas es el de un expediente más frágil que nunca. La oposición crece, los plazos se alargan y las votaciones se alejan del calendario previsto. Mientras tanto, fabricantes, asociaciones deportivas y expertos en seguridad aguardan una decisión que marcará el futuro de la producción europea de munición.

Para el sector armero, la conclusión es clara: vetar el plomo sin una transición viable afectaría no solo a la actividad deportiva y al control de fauna, sino al propio esqueleto industrial que sostiene buena parte de la capacidad militar de la UE. Por ahora, el debate sigue abierto y sin garantías de un desenlace inmediato.

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