El reciente nombramiento de Monique Barbut como nueva ministra de Transición Ecológica en el Gobierno francés ha provocado un notable revuelo entre los cazadores. La decisión, anunciada en el marco del nuevo Ejecutivo de Sébastien Lecornu, llega en plena crisis política y ha sido recibida con aplausos por los ecologistas, pero con cautela por el mundo rural.
Barbut sustituye a Agnès Pannier-Runacher y asume una cartera sensible que abarca las competencias de Biodiversidad y Negociaciones Internacionales sobre Clima y Naturaleza. Su perfil —ligado durante décadas a organismos internacionales ecologistas— despierta recelos en el sector cinegético que teme una política más restrictiva.
Una trayectoria marcada por el ecologismo institucional
Nacida en 1956 en Safi (Marruecos), Monique Barbut es economista de formación y cuenta con una dilatada carrera en organismos vinculados al desarrollo sostenible. Ha ocupado cargos de responsabilidad en la Agencia Francesa de Desarrollo, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, del que fue directora ejecutiva.
Entre 2013 y 2019 dirigió la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, y más recientemente presidió WWF Francia entre 2021 y 2023, sucediendo a Isabelle Autissier. Durante su mandato, la organización llegó a afirmar que «la energía nuclear no representa una fuente de energía sostenible a largo plazo», una postura que generó controversia en Francia, país con fuerte dependencia de este sector.
Su paso por WWF ha sido interpretado por muchos como una señal del giro ecológico que el Gobierno quiere imprimir a su nueva etapa, pero también como un posible factor de fricción con sectores rurales y productivos.
El mundo cinegético, entre la cautela y la desconfianza
Los cazadores franceses dudan ahora si el nombramiento es una buena o mala noticia para el sector. Aunque de momento no se han concretado las líneas de actuación del ministerio en materia de caza, el hecho de que Barbut provenga de una organización que ha mantenido posturas críticas hacia determinadas prácticas rurales genera desconfianza.
En las zonas rurales, muchos temen que su llegada marque una nueva era radical que tenga como blanco a la industria, los agricultores y los cazadores. Otros, sin embargo, confían en que su experiencia internacional permita equilibrar la protección de la biodiversidad con la gestión sostenible de los recursos naturales.
Por ahora, el nombramiento deja más preguntas que respuestas. Mientras los grupos ecologistas celebran el cambio, los cazadores franceses se preparan para una etapa en la que la relación con el ministerio podría tensarse, dependiendo de las primeras medidas que adopte Barbut en los próximos meses.








