Dotado de un gran instinto para la caza que manifiesta desde cachorro, y con una personalidad y carácter propio, el pointer es un perro apasionado del campo. En él deposita todos sus sentidos, descarga sus impulsos y satisface sus ansias. Algunos le acusan de cazar demasiado lejos, de ser testarudo y de recrearse en teatrales paradas. Señalan como hándicap su rapidez, que consideran excesiva y que le puede llegar a hacer pasar junto a las piezas sin verlas en su búsqueda ávida e impetuosa.

Lo cierto es que el pointer es uno de los mejores compañeros para la caza en mano. Incansable, dotado de un olfato excepcional que le permite detectar el más leve rastro de cualquier animal –incluso en climas cálidos y secos gracias a su gran capacidad de adaptación–, es el gran especialista de la muestra. Hay quienes le comparan con los perdigueros y los setters, perros que paran la caza y registran con calma toda la zona a batir. Y además, es capaz de cobrar la pieza.

Su gran dinamismo le convierte en un perro exigente con sus dueños si éstos no quieren quedar rezagados tras sus pasos, pero lo cierto es que se puede cazar con un pointer y andar poco… si el terreno es propicio para ambos. En llanuras abiertas y cerros poco poblados de árboles, donde la visión es amplia y no está interrumpida, desarrolla su gran galope al tiempo que localiza perdices, liebres, codornices…

En el monte, aunque su comportamiento pueda llegar a ser algo brusco, sus impresionantes cualidades físicas le permiten llegar a rincones que al cazador le resulta casi imposible alcanzar, guiado por su privilegiado olfato hasta la pieza que nos mostrará con una de sus esculturales paradas.

¿Cómo educar a un pointer? La clave está en la obediencia

El pointer inglés debe ser bien socializado desde cachorro. ©Shutterstock
El pointer inglés debe ser bien socializado desde cachorro. ©Shutterstock

El pointer es un buscador veloz, un potente atleta de movimientos vertiginosos. Esta velocidad ahorra aliento al cazador y mucho tiempo a ambos, pero a cambio exige una interrelación inflexible entre el perro y su dueño, una respuesta instántanea a nuestra voz o silbato, lo que nos obligará a poner especial énfasis, durante su adiestramiento, en el aspecto de la obediencia.

Educar a un pointer, pese a su gran personalidad, no resulta una tarea demasiado complicada. Para que reconozca nuestra autoridad es preciso acercarse a él con humildad, intentar comprender su instinto cazador tal y como él intenta comprender a su dueño y, por encima de todo, lograr que se convierta en nuestro amigo, no tratarle sólo como a una máquina de cazar. Un consejo es emplear el tiempo en jugar con él, ‘manosearle’ durante su etapa de cachorro para que pierda todo temor hacia su amo.

Un perro de muestra… y cobro

El pointer es un compañero que da bastante más de lo que recibe y se conforma con poco: buena cama, alimento y un dueño inteligente. Si no se le lleva de caza, se muestra paciente; lo soporta bien. Si está en el campo, está en su mundo. ¿Qué más se puede pedir?

Una vez en su mundo, de vuelta a su auténtico hábitat, si la caza intenta huir a peón nos lo indicará irguiéndose de forma casi imperceptible, elevando aún más el caño nasal por encima del lomo, arriesgándose a dejar que se aleje su pieza pero sin miedo a perderla, jugando como el gato juega con el ratón y disfrutando con ello. Al acercarse su conductor se moverá de forma repentina, seguirá a la presa cortando su dirección con rápidas y breves pasadas –lazos–, con un galope uniforme mezclado con algunos bruscos intentos de muestra para finalizar en una espectacular muestra fija.

El pointer inglés es un atleta que debe ejercitarse. ©Shutterstock
El pointer inglés es un atleta que debe ejercitarse. ©Shutterstock

Así, mientras duran estas aproximaciones, asistiremos a una guía en la que se alternarán impresionantes sacudidas con los ojos fijos y la respiración mantenida con paradas cortas. Para el pointer, el cobro es algo intuitivo que realiza muy bien: en su boca blanda puede traernos una perdiz alicortada desde muchos metros de distancia y entregarla, con delicadeza, tan viva como la cogió, esperando que le premiemos con una caricia y un «¡bien! ¡bien!» de nuestra boca

El pointer es un atleta que necesita ejercicio diario

No debemos olvidar que la caza inserta en el código genético del pointer le ha convertido en un perro de complexión atlética: no está hecho para vivir en la ciudad o encerrado en un apartamento, ya que tenemos que satisfacer, a diario, sus necesidades de ejercicio físico. Esto, junto con una nutrición adecuada y un cepillado habitual para evitar problemas de piel, mantendrán a nuestro pointer en plena forma y dispuesto para disfrutar con él, y de él, en numerosas jornadas de caza.

En este vídeo puedes verlos en acción:

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