Cuando un cazador sale al monte en busca de un rebeco o un corzo, normalmente dirige su vista a sus cabezas. Allí se encuentran los trofeos tradicionales, esos llenos de puntas o perlas que se conservan en las paredes. Sin embargo, estos animales podrían tener un trofeo de mayor valor absolutamente escondido: una piedra bezoar. Seguro que este término te suena y es que hay una especie de íbex que reside en las montañas de Turquía, Irán y Afganistán y que se llama precisamente de esta manera: íbex bezoar.
¿Qué es una piedra bezoar?
Esta joya de la que hablamos es una masa sólida de material indigerible que se forma en el estómago o el intestino de algunos animales como rebecos o corzos. Estas masas se forman alrededor de un centro de materia vegetal, cabello o elementos extraños, sobre el cual se van añadiendo capas parecidas a las de una cebolla. El movimiento de los órganos internos les da su peculiar forma redondeada, mientras que el tono y el peso varían según el animal, el lugar donde se originan y la dieta.
Según distintas fuentes, el término proviene de Asia y quiere decir “remedio o antídoto”. En el antiguo Imperio persa se creía que estas piedras poseían propiedades mágicas que alejaban el mal. No solo protegían contra los envenenamientos, sino que también influían en el humor de quienes las usaban. Además, desde la antigüedad el bezoar se consideró como un objeto muy valioso por distintas sociedades. Incluso se llegó a creer que tenía propiedades curativas y en casos de intoxicaciones graves, la piedra bezoar era molida en un mortero y diluida en vino como tratamiento.
En la literatura médica árabe se mencionan desde el siglo VIII, pero en Europa habría que esperar hasta el siglo XII, cuando la peste asolaba el continente, para que los médicos emplearan este tratamiento . Al sevillano árabe Ibn Zuhr (Avenzoar) se le atribuye la primera descripción de sus propiedades curativas.
Las piedras bezoares han aparecido a lo largo de la historia en obras de la literatura decimonónica del escritor y dramaturgo irlandés Oscar Wilde o en películas de ficción como Harry Potter.
¿Cómo se crea una piedra bezoar?
La formación de las piedras bezoares en los rumiantes está relacionada con la composición de la dieta y el funcionamiento del sistema digestivo. Los rumiantes son animales que tienen cuatro compartimentos en el estómago: el rumen, el retículo, el omaso y el abomaso. El rumen y el retículo son los más grandes y sirven para almacenar y fermentar el alimento, que luego es regurgitado y masticado de nuevo. El omaso y el abomaso son los más pequeños y sirven para digerir y absorber los nutrientes.
Cuando los aninales como el rebeco o el corzo consumen alimentos ricos en calcio, fósforo y proteínas, y pobres en magnesio y fibra, se produce un desequilibrio en el pH del rumen, que se vuelve más ácido. Esto afecta a la flora bacteriana que ayuda a la digestión y favorece la formación de cálculos de fosfato de calcio, que pueden actuar como núcleos de las piedras bezoares. Estos cálculos pueden pasar al retículo, donde se mezclan con otros materiales indigeribles, como pelos, lana, arena o piedras, y formar las piedras bezoares propiamente dichas.
Las piedras más interesantes son las que empiezan por materiales como arena y piedras y con el tiempo se van formando capas de calcio en su superficie, a semejanza de las perlas de las ostras, llamadas piedras bezoar o gemas bezoares por su belleza, como es este caso, y son consideradas piedras semipreciosas por algunas sociedades desde siglos atrás.
¿Qué valor tiene en la actualidad?
En la actualidad, estas masas de piedra tan especiales son consideradas como piedras semipreciosas y su valor es elevado. Muchos coleccionistas privados bucean en la red para encontrar la pieza de sus sueños. La mayoría de anuncios hacen referencia a piedras bezoares extraídas del ganado vacuno y su precio ronda los 300 euros por cada 100 gramos.
La piedra bezoar en corzo y rebeco
Recuperamos una historia de caza con el corzo como protagonista que publicamos hace dos años y que según Pablo Ortega, experto en la especie que analizó este hallazgo en su día, es el primer caso conocido de piedras bezoares en corzos. Por aquel entonces, un cazador abatió un extraño y viejo corzo con borra y con una piedra bezoar en su interior en una alta zona del Prepirineo catalán. Cuando movieron la pieza para realizarle las fotografías, observaron una piedra negra que le salía por la zona del disparo: era la célebre piedra bezoar.
Cazan un viejo sarrio de 20 años con una piedra bezoar en su interior
Otro de los casos acontecidos en los últimos años el protagonista era un sarrio de Los Pirineos. El joven cazador de 31 años Omar Ceballos cazó en 2022 uno de los grandes trofeos de la temporada en nuestro país: un viejo rebeco que escondía una emblemática piedra bezoar en su interior. Tal y como el cazador dio a conocer a través de su cuenta de Instagram, el animal era un ejemplar de veinte años de edad que consiguió cazar en Los Pirineos.