Las pirañas, con su reputación de feroz depredador, han sido protagonistas de innumerables mitos y leyendas. Su dentadura afilada y su comportamiento gregario han contribuido a forjar una imagen aterradora de este pez de agua dulce, imagen que en ocasiones es corroborada por los hechos.

Su agresividad la ha experimentado en sus propias carnes un pescador costarricense que ha compartido en su cuenta de Instagram el momento en que es atacado por un ejemplar.

El vídeo empieza en tono de humor, enseñando la mordida de la piraña a un palo y bromeando con su peligrosidad. «Vean cómo parte el palo… Dios guarde le agarre el dedo a uno», comienza diciendo. Como si el pez le hubiera entendido, nada más terminar la frase se tira a la mano del pescador. El grito del hombre casi nos hace sentir su dolor al otro lado de la pantalla.

«Estupideces que uno hace por estar grabando, vean, me desbarató los dedos (…) Duele mucho, mucho», cuenta el hombre a cámara. Aunque mantiene el tono humorístico para mitigar la gravedad de los hechos, hace referencia a algo muy importante, que está a la orden del día: grabar a cualquier costa. Las redes sociales tienen gran cantidad de ventajas pero también una serie de inconvenientes, uno de los cuales es precisamente los comportamientos imprudentes que podemos llegar a tener las personas en la insaciable búsqueda de seguidores, visualizaciones o likes.

¿Mito o realidad?

Con sus mandíbulas poderosas y dientes afilados como cuchillas, estas pequeñas criaturas son capaces de desgarrar la carne con una rapidez sorprendente. Un banco de pirañas hambrientas puede reducir un animal grande a un esqueleto en cuestión de minutos. Su olfato es extremadamente desarrollado, lo que les permite detectar una gota de sangre en el agua a grandes distancias, convirtiéndolas en extraordinarias depredadoras.


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Si bien las leyendas e historias sobre las pirañas son en ocasiones exageradas, lo cierto es que estas criaturas representan un peligro real para cualquier ser vivo que se adentre en su hábitat. Los ataques a humanos, aunque no son frecuentes, han sido documentados en numerosas ocasiones.

Aunque su voracidad es legendaria cabe destacar que algunas subespecies son más agresivas que otras y que su comportamiento puede variar según la época del año y las condiciones concretas en las que se encuentren. Sentirse amenazadas o acorraladas y la falta de alimento son algunas de las razones más comunes por las que estos peces llegan a atacar a las personas.

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