Por Lorena Martínez, presidenta de la Federación de Caza de la Comunidad Valenciana
Comienza la temporada de caza y en un mundo donde las opiniones se forman rápidamente y la desinformación se propaga con facilidad, la caza se ha convertido en un tema polarizador. Es fácil oponerse a lo que no se conoce. Sin embargo, antes de emitir juicios, os invito a reflexionar sobre el contexto y la complejidad de esta actividad.
No venimos a pedir permiso ni a justificar lo que somos. Somos cazadores, somos parte de una tradición que nace de nuestra tierra, de nuestra cultura y de una forma de vida que, por mucho que algunos intenten desprestigiar, es imprescindible.
La caza es una herramienta moderna de gestión ambiental y un catalizador del desarrollo rural. Sin embargo, en el debate actual, muchas veces se pasa por alto su verdadero valor, eclipsado por prejuicios e ideas preconcebidas. Y, francamente, es hora de poner sobre la mesa los hechos y desmantelar los mitos que la rodean.
Los cazadores sabemos que un equilibrio ecológico saludable no se mantiene por arte de magia. Requiere un control activo de las especies y un conocimiento profundo de los ciclos naturales. Y sí, la caza desempeña un papel crucial en ese control. ¿Qué opción queda cuando las poblaciones de jabalíes se disparan, o cuando los ciervos devoran los cultivos de nuestros agricultores? La realidad es que los cazadores resolvemos problemas que, de otro modo, resultarían incontrolables.
Pero hay algo más importante que el impacto económico y ambiental: el conocimiento. Los cazadores somos los que mejor conocemos el terreno, los primeros en detectar cambios, desequilibrios o amenazas. Es esencial que todos reconozcamos que el debate sobre la caza no se trata simplemente de un conflicto entre quienes están a favor y en contra. En lugar de ver la caza como un punto de división, deberíamos abordar el tema con una mente abierta y un deseo genuino de entender. Hay un valor innegable en aprender de los que practican la caza, de sus experiencias y de su compromiso con el medio natural.
Así que, en lugar de rechazar y criticar, elijamos entender y respetar. Porque eso es lo que hacemos: trabajar, gestionar, preservar. No necesitamos que nadie nos aplauda ni nos reconozca. Sabemos el valor de lo que hacemos. Y si hace falta, lo defenderemos con uñas y dientes. Nosotros pagamos por trabajar, invertimos en proteger lo que es de todos, aunque muchos ni lo sepan ni lo valoren. ¿Qué otro colectivo puede decir lo mismo? ¿Quién más asume esa responsabilidad solo por pasión?
Nos hemos quitado los complejos. Ya no hay espacio para pedir disculpas ni para sentirnos atacados. Ser cazador es un orgullo, y no vamos a escondernos. Somos un colectivo fuerte, unido y convencido de lo que hacemos. No nos rendimos ante la ignorancia ni ante los ataques injustificados. Sabemos que nuestra labor es esencial y que, pase lo que pase, seguiremos defendiendo nuestros valores, nuestras tradiciones y nuestro modo de vida.
¿Quién podría ignorar la importancia de lo que hacemos? ¿Quién, con un mínimo de conocimiento, se atrevería a menospreciar nuestra labor? La grandeza de este colectivo es innegable, la caza no es una reliquia del pasado, es una parte vital del presente y del futuro y la pregunta no es si seguiremos, sino ¿Te atreves a verlo?