Unas investigaciones realizadas en los yacimientos de Charco Verde II y Los Enebrales, situados en la provincia de Guadalajara, ya revelaron que el Homo sapiens se había establecido en el interior de la Península Ibérica hace al menos unos 27.000 años. Sin embargo, un estudio más reciente ha demostrado que esa presencia, así como los inicios de la práctica de la caza del ser humano, son aún más antiguos.

Este nuevo trabajo se ha llevado a cabo en el yacimiento de La Malia, también en Guadalajara y siendo este un abrigo rocoso que se encuentra centra del municipio de Tamajón. Allí, un equipo de investigadores liderado por Nohemi Sala, del Centro de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) ha insistido en esa teoría sobre el momento en el que el Homo sapiens se estableció en el interior de la Península.

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En dicho contexto, los investigadores han comunicado el hallazgo de una amplia cantidad de cuchillos de piedra, azagayas, un tipo de arma para lanzar proyectiles a distancia, y huesos de caballos y ciervos que, según apuntan, habrían sido consumidos en una fecha aún más lejana a la conocida hasta ahora, hace unos 33.000 años.

Falange de caprino con marca de corte procedente del abrigo rocoso de La Malia. © Javier Trueba. Madrid Scientific Films

Antonio Rodríguez-Hidalgo, investigador del Instituto de Arqueología de Mérida y uno de los autores del estudio, ha asegurado que «los nuevos datos del Abrigo de la Malia refutan la vieja hipótesis del desierto interior. Pese a las duras condiciones ecológicas, los humanos modernos transitaron y ocuparon el corazón de la península ibérica durante el Paleolítico Superior antiguo. La cantidad y calidad de los datos arqueológicos extraídos del abrigo de La Malia indican que, durante la peor glaciación en milenios, la supuesta ‘tierra de nadie’ del interior peninsular fue, en realidad, el territorio de caza de grupos pertenecientes a la cultura auriñaciense», ha explicado.

Asimismo, estos últimos descubrimientos parecen indicar que las difíciles condiciones climáticas, las cuales provocaron un retroceso de los bosques y un complicado acceso al agua, no afectaron en gran medida a los grupos humanos refugiados en el abrigo de La Malia.


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Tal y como afirman las evidencias del reciente estudio, los hombres que allí habitaron tenían una gran cantidad de recursos y cazaron todo tipo de fauna salvaje, como ciervos rojos, caballos salvajes, bisontes y conejos.

Los investigadores han concluido que «los modelos de dinámica poblacional propuestos para este período, que dibujan una ausencia de poblaciones humanas en el interior peninsular, deberían revisarse a la luz de los hallazgos del abrigo. Estos descubrimientos demuestran que el registro arqueológico dejado por los humanos modernos del Paleolítico Superior en el interior de Iberia todavía tiene mucho que decirnos».