Me considero un cazador práctico: en el campo busco eficacia, funcionalidad y resultados. En la caza, menos es más. También soy consciente de que, bien utilizada, la tecnología puede ponernos las cosas mucho más fáciles. Eso es exactamente lo que me ha ocurrido con la Nikon Coolpix P1100. No voy a engañar a nadie: si no me la hubiesen ofrecido para probar, probablemente nunca me habría planteado llevar una cámara en mis recechos. Pero cuando Nikon se puso en contacto conmigo para cederme su nuevo modelo durante los tres primeros meses de la temporada del corzo (Capreolus capreolus), me pudo la curiosidad. No soy fotógrafo ni tengo nociones más allá del modo retrato del móvil, así que acepté el reto con una condición: usarla como un cazador más, sin manuales ni tutoriales, con las mismas prisas, limitaciones y condiciones de mis salidas al monte.

Nada más sacarla de la caja me sorprendió el tamaño. No es una cámara de bolsillo, eso está claro. La Coolpix P1100 es una compacta tipo bridge, robusta y contundente, con un objetivo que impone. El zoom óptico es descomunal. También pesa: 1.410 gramos. En un rececho largo, con mochila, rifle, prismáticos y ropa para todo tipo de clima, ese extra se nota. No es una cámara para llevar al cuello sin más, al menos durante horas. Por eso decidí tratarla como un elemento más del equipo, como haría con unos prismáticos o con un pequeño trípode. Busqué una forma cómoda de transportarla y, poco a poco, se fue ganando su sitio en cada jornada.

El autor analiza a un corzo tras haberlo fotografiado.
El autor analiza a un corzo tras haberlo fotografiado. © Ángel Vidal

Lo que más me sorprendió, para alguien sin experiencia en fotografía, es su sencillez de manejo. Graba vídeo en 4K, aunque para esta prueba me centré en tomar fotos que me permitiesen valorar los corzos localizados durante esos tres meses. Utilicé uno de sus modos automáticos. No necesitas saber de diafragma ni de obturación: ves un corzo a 300 metros, haces zoom y ahí está; nítido, encuadrado, perfectamente definido. Esto cambia por completo la forma de encarar cada salida. Me permitió identificar mejor los animales, controlar su desarrollo desde marzo hasta julio, seguir ciertos ejemplares y, sobre todo, registrar todo ese proceso con imágenes reales. En mis cotos, donde me tomo muy en serio la gestión, poder fotografiar cada animal observado ha sido impagable.

Además la P1100 incorpora un zoom de retroceso rápido para encuadrar el objetivo. En el lateral del objetivo hay un botón que me resultó especialmente útil para localizar los corzos (Capreolus capreolus): al dejarlo pulsado, el zoom se retrae a gran angular (Snap-Back Zoom) y aparece un recuadro en pantalla que sirve de referencia para meter al animal en el encuadre. Al soltarlo, la cámara vuelve al zoom anterior. Junto a este botón está uno de los dos mandos de control del zoom (T y W), cuya suavidad y fluidez me sorprendieron gratamente.

Detalle del botón para hacer zoom rápido.
Detalle del zoom de retroceso rapido. © Ángel Vidal

El zoom que lo ve todo

La joya de la corona es su objetivo Nikkor con zoom óptico de 125 aumentos (4,3–539 mm; equivalente a 24–3.000 mm) y un zoom digital de 4x que llega hasta 12.000 mm. He fotografiado corzos a distancias en las que, con unos prismáticos normales, apenas los intuyes. Y no hablo de siluetas borrosas: hablo de ver el perlado de una cuerna, distinguir una verruga en el morro o comprobar si una punta está rota. Este nivel de detalle, además de sorprender, aporta mucha precisión en la identificación de animales. Es especialmente útil en días de calor, cuando los corzos asoman al amanecer y al atardecer durante unos minutos. Poder observarlos sin acercarme ni meter presión ha sido una gran ventaja. Y está la parte emocional: contar con un archivo fotográfico real de la temporada, con imágenes tomadas por uno mismo, de animales en libertad y sin montar un hide ni pasar horas en un aguardo a pie de charca. Engancha.

Más allá de lo personal, la Coolpix P1100 se ha mostrado muy útil desde el punto de vista de la gestión cinegética. En mi caso, con varios acotados y una población importante de corzos, suelo realizar censos visuales y seguir determinados machos año tras año. Hasta ahora lo hacía con prismáticos, anotaciones en un cuaderno y, con suerte, alguna foto borrosa del móvil a través del telescopio. Este año, gracias a la cámara, he podido crear fichas visuales de cada macho, registrar su evolución e incluso compartir esas imágenes con otros compañeros de coto para tomar decisiones conjuntas sobre su abate o su conservación. Cuando hablamos de caza responsable, de selección y de gestión, una herramienta así marca la diferencia.

¿La Nikon Coolpix P1100 Es para todos los cazadores?

Depende. Si esperas una cámara ligera, discreta y que puedas llevar sin notarla, esta no es tu opción: la Nikon P1100 pesa, ocupa y exige cierta logística. No es una compacta de bolsillo. Pero si estás dispuesto a integrar una herramienta potente en tu equipo, a cambio de una calidad de imagen sobresaliente y una capacidad de observación a distancia que roza lo profesional, puede cambiar tu forma de cazar. Yo, que empecé sin saber si la usaría más de dos o tres días, he terminado llevándola en cada salida. A veces no sale de la funda; otras, se convierte en la protagonista. Pero siempre está ahí. Y cuando no me acompaña, la echo de menos.

Sigo sin ser fotógrafo ni pretendo serlo. Continúo siendo el cazador que busca recechar en soledad, al amanecer, con el viento en la cara y el monte por delante. Pero estos meses he contado con una herramienta que me permite ver más, saber más y disfrutar más. Sí, la Nikon Coolpix P1100 pesa y no es precisamente barata; aun así, en tres meses ha demostrado con creces que es mucho más que una cámara: es una gran aliada para el cazador que quiere hacer las cosas bien. Una ayuda para la caza, la gestión y la estrategia que conviene aprovechar en beneficio propio y de los corzos. Para mí, y lo digo sin rodeos, ha cambiado mi manera de cazar. A continuación comparto algunas de las fotos que pude hacer.

Conociendo a «Morrotorcido»

Así bauticé a un corzo (Capreolus capreolus) peculiar, aunque no fue en el momento, sino al revisar en casa las imágenes con calma. Vivía en una zona de terrales que frecuento poco. Lo vi a más de 400 metros e hice una entrada hasta recortar la mitad del terreno. Saqué un par de fotografías antes de que se apercibiera y me retiré. Lo que no esperaba era descubrir un macho con campilognatia: según el experto Javier Iñurrieta, es un defecto congénito no heredable que se manifiesta con una desviación craneal.

Corzo con campilognatia.
Al hacer zoom se apreciaba perfectamente la campilognatia. © Carlos Vignau

El macho de la linde

En una zona del coto de acceso complicado, una linde con otro término formada por un laderón ralo desde el que los corzos te descubren a kilómetros, pasé una mañana, sobre las 10.30, y decidí peinar cada mata con los prismáticos. Enseguida detecté un macho casi en el viso. Él ya me había visto y estaba a punto de salir corriendo, pero logré soltar dos fotos rápidas, como durante toda esta prueba, en modo automático. Para mi sorpresa, pese a los 400 metros, las imágenes salieron nítidas y pude valorar su trofeo sin problemas.

El corzo de la linde.
El corzo de la linde. © Carlos Vignau

Un macho con corona

A finales de marzo me asomé a un barranco donde la temporada anterior había visto algo de movimiento. Desde la cuerda, apoyado en las rocas, apareció un macho precioso, calentándose al sol, a unos 160 metros. Tras más de 20 minutos haciendo fotos en todas las posiciones posibles, y con el corzo aún tranquilo, pude estudiar in situ su cuerna en la pantalla y comprobé que era un ejemplar con mucho perlado pero todavía algo joven. Preferí dejarlo alguna temporada más.

Corzo joven
Gracias a la imagen el autor pudo ver que se trataba de un macho joven que todavía tenía mucho potencial. © Carlos Vignau

Buscando entre los robles

En la parte alta de uno de los cotos hay un robledal espeso que a menudo nos da alegrías. Fui en cuanto tuve dos días libres en mayo. Caminaba en silencio —todo lo que permiten las hojas secas— cuando, a pocos metros, distinguí un macho con tres hembras entre las ramas. Con la cámara lo busqué y, gracias a lo preciso del enfoque, lo capturé de forma nítida pegado al tronco de un roble. Un encuentro a corta distancia que me permitió valorarlo perfectamente.

Corzo entre los robles.
Corzo entre los robles. © Carlos Vignau

A 800 metros

A más de 800 metros, dos bultos llamaron mi atención. Encendí la P1100 y los localicé enseguida. Pese a la distancia pude sacar cuatro o cinco fotografías estables que me permitieron valorar al corzo en el propio campo. El sistema de reducción de la vibración de Nikon (VR) hizo su trabajo: incluso a pulso, las imágenes salieron nítidas, sin trepidación. No fue el caso esta vez, pero la VR óptica de doble detección permite disparar con una velocidad de obturación hasta cuatro pasos más lenta; eso sí, a distancias extremas y con poca luz tuve que recurrir al trípode del rifle.

Foto tomada a 800 metros de distancia con la Nikon Coolpix P1100.
Foto tomada a 800 metros de distancia con la Nikon Coolpix P1100. © Carlos Vignau

Conociendo a Morrotorcido

Así es como decidí bautizar a este peculiar corzo. Pero no lo hice en el momento, sino cuando llegué a casa y pude revisar con mayor detenimiento las imágenes obtenidas. Este animal vivía en una zona de terrales que frecuento poco. Lo vi a más de 400 metros y le hice una entrada hasta recortar la mitad del terreno. Saqué un par de fotografías antes de que se asustara y volví sobre mis pasos. Lo que no me esperaba era descubrir un macho con campilognatia, enfermedad que, tal y como asegura el experto Javier Iñurrieta, es un defecto congénito no heredable que se manifiesta con una desviación craneal. 

Corzo con campilognatia.
Al hacer zoom se apreciaba perfectamente la campilognatia. © Carlos Vignau

Descubriendo a El Tuerto

En una de las esperas de abril me llevé una sorpresa que a través de los prismáticos no había sido capaz de descubrir. Estaba aguardando la entrada de un buen corzo en una siembra de trigo cuando por la ladera de enfrente entró un ejemplar joven. Dos varas decoraban su cabeza, pero al retratarlo con la Nikon descubrí algo más: era tuerto del ojo izquierdo. Por la pantalla de la cámara descubrí que ese ojo era de color gris opaco y mucho más grande que el derecho. Tenía el aire bien y el macho se acercó mucho, hasta pasar a unos 15 metros de mi posición. Una oportunidad perfecta para probar la cámara a corta distancia.

Gracias a la Nikon Coolpix P1100 el autor descubrió que este corzo estaba tuerto.
Gracias a la Nikon Coolpix P1100 el autor descubrió que este corzo estaba tuerto. © Carlos Vignau

Ficha técnica Nikon Coolpix P1100

Tipo: cámara compacta tipo bridge.
Sensor: CMOS de 1/2,3 pulgadas y 16 millones de píxeles efectivos.
Objetivo: Nikkor con zoom óptico de 125x.
Distancia focal: 4,3–539 mm (equivalente a 24–3.000 mm en full frame).
Diafragma: f/2.8–f/8.
Zoom digital: hasta 4x (equivalente a 12.000 mm).
Autofoco: detección de contraste.
Modos de enfoque: detector de destino, prioridad al rostro, manual (puntual, normal, ancho) y seguimiento.
Reducción de la vibración: foto, por desplazamiento de lente; vídeo, VR electrónica + desplazamiento.
Visor: electrónico OLED de 1 cm y 2.359 k puntos.
Pantalla: LCD TFT abatible de 8,1 cm, 921.000 puntos, ángulo amplio y antirreflejos; brillo ajustable.
Foto: JPEG y RAW (NRW).
Vídeo: MP4 (H.264 + AAC estéreo).
Resolución foto máx.: 4.608 × 3.456 (16 Mp).
Resolución vídeo: 4K UHD 2160/30p, 25p; Full HD: 1080/60p, 50p, 30p, 25p; HD: 720p; cámara lenta: HS 480/4x, HS 720/2x, HS 1080/0,5x.
Tarjetas: SD, SDHC, SDXC.
ISO: 100–1.600 (hasta 6.400 en modos P/S/A/M/U).
Medición: matricial, central ponderado, puntual.
Modos de exposición: P, S, A, M, U.
Obturador: mecánico + electrónico.
Velocidad de obturación: foto, 1/4.000–30 s (Bulb & Time hasta 60 s); vídeo, 1/8.000–1/30 s.
Flash: integrado TTL con predestellos.
Conectores: USB-C; HDMI (tipo D); micrófono externo (3,5 mm estéreo).
Conexión inalámbrica: Wi-Fi IEEE 802.11b/g y Bluetooth 5.2.
Batería: ion de litio EN-EL20a (incluida).
Duración: foto, aprox. 260 disparos; vídeo, aprox. 1 h 10 min.
Dimensiones: 146,3 × 118,8 × 181,3 mm.
Peso: 1.410 g (con batería y tarjeta).
Precio recomendado: 1.349 euros.
Más info: nikon.es

Nikon Coolpix P1100
La Nikon Coolpix P1100. © Ángel Vidal
Síguenos en discover

Sobre el autor