La paloma torcaz (Columba palumbus) cuenta con un patrón migratorio bien definido, caracterizado por movimientos estacionales entre sus áreas de reproducción en el norte de Europa y sus cuarteles de invernada en la Península Ibérica a principios de la temporada otoñal. Este comportamiento migratorio responde a factores ambientales como la disponibilidad de alimento y las condiciones climáticas. Este último es precisamente el que ha trastocado la llegada este año la llegada España de torcaces, que habitualmente tiene lugar entre los meses de octubre y noviembre.

La entrada masiva de palomas torcaces en Francia auguraba a principios del otoño una temporada migratoria excepcionalmente intensa en la Península Ibérica. El Grupo de Investigación de Fauna Salvaje (GIFS) contabilizó 2.225.538 ejemplares. Sin embargo, los censos pusieron de manifiesto un sólo pico de migración: el 31 de octubre (878225), el 1 de noviembre (316.922) y el 2 de noviembre (6076202), es decir, el 84% de la migración en tres días de pasa.

Las abundantes lluvias de septiembre favorecieron la recolección tardía de maíz proporcionando a las palomas los recursos necesarios para alimentarse. Esto, junto a las cálidas temperaturas, hicieron a las aves retrasar su marcha, dividiendo la migración en dos fases.


Avistan un paso de un millón de palomas: una nube de torcaces que tarda una hora y media en pasar


Ahora, las intensas nevadas en Pirineos han bloqueado el paso de todas ellas, obligándolas a instalarse al pie de la cordillera en lugar de cruzarla, e impidiendo su llegada a España. Esto afecta muy significativamente a los aficionados a su caza, que verán mermada las poblaciones y por ende, las capturas, lo que resta de temporada.

Pirineos nevados y paloma torcaz en imágenes de archivo © Shutterstock
Pirineos nevados y paloma torcaz en imágenes de archivo © Shutterstock

No es la única especie

Algo similar ha ocurrido con la becada (Scolopax rusticola). La conocida como ‘dama del bosque’, es una de las especies más valoradas y codiciadas entre los cazadores del territorio español y especialmente entre los de la zona norte. También es muy reputada desde el punto de vista gastronómico: su textura tierna y sabor salvaje convierten a la arcea en un auténtico manjar.

Respecto a la migración este año, el pico de entrada tuvo lugar a finales de octubre y principios de noviembre. Desde entonces, la becada ha llegado a nuestro territorio de manera muy esporádica. Desde mediados del mes pasado se ha registrado una muy baja densidad de ejemplares en zonas tradicionalmente muy becaderas, como son Galicia, Asturias o el País Vasco.

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