En las últimas semanas, las autoridades sanitarias de Navarra han dado la voz de alarma tras detectar un repunte de casos de tularemia en humanos. El Instituto de Salud Pública y Laboral (ISPLN) ha notificado 11 diagnósticos en lo que va de 2025, de los cuales siete requirieron hospitalización. La cifra supera con creces los registros de años previos, cuando apenas se habían detectado casos aislados.

El dato contrasta de forma clara con 2024, ejercicio en el que solo se diagnosticaron tres casos. En 2021 y 2023 la incidencia fue incluso más baja, con un único positivo cada año. El nuevo informe epidemiológico sitúa la mayoría de los afectados en los valles de Ultzama, Larraun e Iza, aunque se han notificado casos en otras comarcas de la Comunidad Foral.

La tularemia, provocada por la bacteria Francisella tularensis, es una enfermedad de transmisión animal que afecta sobre todo a roedores silvestres, conejos y liebres, además de poder hallarse en cangrejos de río. El repunte navarro se suma a una tendencia nacional: en el conjunto de España ya se han notificado más de 60 infecciones en lo que va de año.

Vías de contagio y síntomas

El contagio humano puede producirse a través del contacto directo con animales infectados, incluidas garrapatas y otros artrópodos, o bien mediante la inhalación de polvo contaminado. No se ha descrito transmisión entre personas, aunque los especialistas recuerdan que basta con exposiciones mínimas para que se produzca la infección debido a la baja carga infectiva de la bacteria.

El periodo de incubación habitual oscila entre dos y cinco días, aunque en algunos casos puede alargarse hasta tres semanas. Los síntomas más comunes son fiebre y adenopatías locales, aunque también puede cursar con úlceras en la piel o mucosas, inflamación ocular, neumonía o incluso cuadros graves de sepsis. El tratamiento antibiótico adecuado garantiza la curación, aunque un diagnóstico tardío puede complicar el pronóstico.

Recomendaciones de prevención

El ISPLN insiste en la necesidad de reforzar las medidas preventivas en sectores especialmente expuestos como cazadores, pescadores, agricultores y excursionistas. Recomienda evitar el contacto con animales muertos o enfermos, usar guantes y mascarillas al manipularlos, protegerse frente a las picaduras de garrapatas, no consumir agua no controlada y cocinar bien la carne de caza, ya que la congelación no destruye la bacteria.

El organismo subraya además la importancia de acudir al médico ante la aparición de síntomas tras una posible exposición. Fiebre repentina, inflamación de ganglios o la presencia de úlceras cutáneas son señales que requieren atención inmediata para frenar la propagación de esta zoonosis que vuelve a preocupar a las autoridades sanitarias.

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