El Parque Nacional de Monfragüe volverá a acoger este otoño actuaciones cinegéticas para frenar la expansión desmedida de ciervos y jabalíes. La Consejería de Agricultura ha aprobado dos resoluciones que modifican el Plan y el Programa de acción selectiva de ungulados, publicadas este martes en el Diario Oficial de Extremadura (DOE). Los cambios, derivados del nuevo Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) aprobado en julio, buscan reforzar la eficacia de las intervenciones y garantizar la conservación de los ecosistemas.
Las medidas suponen, en la práctica, el regreso de la caza a un parque donde estaba prohibida desde 2020, cuando entró en vigor la normativa estatal que vetaba toda actividad cinegética en los parques nacionales. Desde entonces, la población de ungulados ha crecido sin control, generando un impacto cada vez más visible sobre la vegetación y la biodiversidad.
Entre las novedades destaca la incorporación del arco como método de control de alta precisión y bajo impacto ambiental, así como el uso de rehalas en determinadas batidas programadas entre octubre y diciembre. Además, el plan incluye modalidades con armas de fuego como el rececho, el aguardo o las actuaciones urgentes ante daños o riesgos sanitarios.

Tres batidas y casi un millar de animales
Según las resoluciones publicadas, la Junta ha autorizado tres batidas con perros este otoño con el objetivo de abatir 600 jabalíes y 300 ciervos. Las actuaciones se concentrarán en los meses de octubre, noviembre y diciembre, y se prevé que a partir del cuarto año se incorpore la colaboración de propietarios privados en la gestión del territorio.
El Programa de acción selectiva 2024-2025 también se ha modificado para que su vigencia coincida con la del plan general, lo que permitirá un seguimiento más coherente de los resultados. Estas actuaciones se enmarcan en la estrategia de control poblacional iniciada en 2021, cuando se detectó un crecimiento preocupante de las poblaciones de ungulados tras la prohibición total de la caza.
La sobrepoblación, un problema que trasciende Monfragüe
La situación de Monfragüe no es un caso aislado. Otros parques nacionales, como Cabañeros, también han sufrido un deterioro notable tras el veto a la caza. En noviembre de 2024, la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo pidió a Bruselas que investigara posibles incumplimientos de las Directivas de Hábitats y Aves ante el deterioro de estos espacios protegidos.

Gerardo Arroyo, delegado de la Real Federación Española de Caza en FACE, ya advirtió en su momento que la «no gestión» que supone prohibir la caza podría vulnerar la Directiva 92/43/CE, que protege los hábitats naturales y la fauna silvestre. «La ausencia de gestión está llevando a la destrucción del parque», alertó entonces, subrayando que la conservación requiere intervenciones activas, no pasividad normativa.
La reapertura de Monfragüe a la gestión cinegética controlada se interpreta así como un paso necesario para restaurar el equilibrio ecológico y evitar que la superpoblación siga dañando uno de los enclaves naturales más emblemáticos de Extremadura.
Los científicos respaldan el control poblacional mediante la caza en Parques Nacionales
El Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) publicó un trabajo en el que analizaba los desafíos y oportunidades que plantea la prohibición de la caza recreativa en los Parques Nacionales españoles. El estudio, elaborado por investigadores del grupo SaBio en colaboración con el INIA-CSIC, la Universidad de Córdoba y la Estación Biológica de Doñana, concluyó que la gestión de ungulados como el ciervo, el jabalí o el corzo requiere intervenciones activas para garantizar el equilibrio ecológico.
Según los científicos, la caza regulada y basada en criterios técnicos puede ser una herramienta útil dentro de una estrategia integrada de gestión del medio natural. Sin embargo, añaden que la supresión de esta práctica en los Parques Nacionales ha supuesto la pérdida de un instrumento eficaz para mantener densidades sostenibles, lo que ha obligado a destinar más recursos públicos al control poblacional.
El informe subraya, además, la necesidad de una labor de comunicación transparente que permita a la sociedad comprender por qué el control letal de ungulados, realizado de forma planificada y científica, resulta imprescindible para la conservación. «Solo mediante una gestión basada en el conocimiento y una información clara se pueden minimizar los conflictos sociales y ambientales», concluyen los investigadores.








