El meloncillo (Herpestes ichneumon), también conocido como mangosta egipcia, vuelve a ser protagonista en la comunidad científica. Investigadores han analizado varias cuadrículas de Andalucía donde no se habían registrado citas previas de la especie y el resultado es contundente.
El trabajo, publicado en la revista European Journal of Wildlife Research por los investigadores Francisco Palomares y Jacinto Román, se centró en las provincias de Huelva y Sevilla, donde existían vacíos en el atlas de distribución del meloncillo. Entre mayo y julio de 2020 se rastrearon 47 cuadrículas UTM de 10 × 10 km en busca de huellas bajo puentes y drenajes, un método que ha demostrado ser altamente eficaz.
Los resultados no dejan lugar a dudas: en 46 de las 47 cuadrículas se detectó la presencia del carnívoro, lo que confirma que los registros faltaban no por la inexistencia del animal, sino por falta de muestreo. Solo un área resultó negativa incluso después de tres prospecciones consecutivas.

Hallazgos bajo puentes y carreteras
El estudio también aporta datos muy relevantes sobre el comportamiento y la adaptabilidad de la especie. De un total de 49 registros obtenidos, 44 se localizaron bajo puentes y drenajes de carreteras, consolidando estas infraestructuras como puntos estratégicos para detectar huellas. Además, se documentó un atropello y una fotografía de cámara trampa que corroboran la presencia constante del meloncillo en la zona.
Los investigadores destacan la enorme eficacia de estos lugares como estaciones de muestreo, ya que concentran los rastros y facilitan la detección incluso en paisajes agrícolas donde la vegetación natural es escasa.

Una plasticidad ecológica sorprendente
Uno de los aspectos más llamativos del trabajo es la constatación de que el meloncillo ocupa hábitats agrícolas intensivos y humanizados. Lejos de depender exclusivamente de zonas con vegetación densa, la especie demuestra una plasticidad ecológica mucho mayor de lo que se había supuesto. Los investigadores confirman así que este pequeño carnívoro se adapta con éxito a paisajes profundamente transformados por la actividad humana.
«Estos resultados confirman que el meloncillo ocupa hábitats mucho más antropizados de lo que tradicionalmente se pensaba, mostrando una considerable plasticidad ecológica», recoge el propio estudio.
Necesidad de actualizar los mapas
La conclusión del trabajo es clara: los vacíos en el atlas de distribución del meloncillo no reflejan la realidad de la especie, sino un déficit en los esfuerzos de muestreo. Por ello, los autores recomiendan actualizar los mapas de distribución y revisar los modelos de idoneidad de hábitat empleados hasta ahora. El meloncillo, único herpéstido presente en Europa, demuestra así su capacidad para prosperar en entornos dominados por el ser humano.








