Los cazadores, por el apego que tienen a la naturaleza y las jornadas que pasan en el monte, son no solamente guardianes y protectores de estos espacios, sino unos auténticos privilegiados al ser testigos de imágenes que el resto de la sociedad no suele presenciar. Y la siguiente es un ejemplo de ello.

En ésta se ve el mágico momento en el que una corza llama y amamanta a su corcino. Está filmada por Javier Iñurrieta, un técnico forestal que, además de experimentado cazador y fotógrafo de corzos, cuenta con un exitoso perfil de Instagram dedicado casi en exclusiva a esta especie cinegética.

Sobre lo que acontece en la grabación, Iñurrieta explica que una de las estrategias llevadas a cabo por las corzas es ahorrar costes en la búsqueda de alimento durante el periodo crítico tras el parto, por lo que eligen zonas óptimas de alimentación y refugio para las crías. «La mejor defensa de la cría es la ocultación e inmovilización, por lo que la corza sabe el riesgo existente en el acercamiento a las crías en esas zonas, que en muchos casos coincide por su calidad con zonas abiertas», señala el experto en el Caprelous Caprelous.

En la filmación se puede apreciar cómo la corza llama y marca su presencia a la cría, la cual solamente se mueve al detectar y familiarizarse con ese sonido. Por otro lado, «se filma parte de esa rutina esencial que es la lactancia y el acicalado por parte de la corza. La detección de una cría permite conocer los periodos de tomas de alimento de la cría y encuentros entre corza y corcino», concluye Iñurrieta.

Por último, hay que tener en cuenta que el celo del corzo suele comenzar en julio, la ladra. Las hembras adultas (a partir del año de edad), una vez fecundadas, retrasan la gestación unos cinco meses desde la cópula, una particularidad conocida como diapausa embrionaria u ovoimplantación diferida. De este modo, el parto acontece a los 280-300 días (abril-mayo), tras lo cual suceden hechos como el que muestra este vídeo.

 
 
 
 
 
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