La campaña de corzo de 2025 será recordada por su variedad y por la aparición de ejemplares tan bellos como extraños. A lo largo y ancho del país, desde Cuenca a Zaragoza, pasando por otros muchos rincones como Ciudad Real, los cazadores han protagonizado lances que combinan emoción, azar y naturaleza en estado puro. Algunos animales destacan por su tamaño, otros por su morfología única, pero todos comparten algo: la capacidad de asombrar incluso a los más veteranos.
El corzo que hizo temblar el récord nacional
La historia de Arturo Gonzalo Abarca, joven ingeniero forestal de 23 años, se ha convertido en una de las más comentadas de la temporada. En su coto social de la Alcarria conquense abatió un corzo monumental que podría situarse entre los mejores de la historia reciente en España.
El animal, con ocho imponentes puntas y una cuerna de grosor extraordinario, apareció tras varios días de intensa búsqueda. Arturo falló en su primer intento, algo que lo persiguió en sueños durante noches enteras. Pero la perseverancia tuvo recompensa. En su segunda jornada, acompañado de su padre, logró un disparo certero con su rifle Voere LWB del calibre .300 Winchester Magnum.
«No me lo creía cuando lo vi de cerca. Era enorme», confesó a Jara y Sedal el joven, aún sorprendido por las dimensiones del trofeo. A la espera de homologación oficial, todo apunta a que este ejemplar podría colarse entre los mejores de España.
Un corzo de fábula en los montes de Zaragoza
En la comarca zaragozana de Calatayud, Fernando Cubero vivió un lance de los que se quedan grabados. En un barranco húmedo y cubierto de carrascas, descubrió un corzo con una cuerna tan peculiar que parecía salido de un cuento.
El lado izquierdo, largo y perlado, contrastaba con un lado derecho que desafiaba toda lógica: cuatro puntas naciendo de una misma roseta. «Cuando lo vi, dije: Jopé, ¡qué corzaco!», recuerda Fernando. Tras un primer intento fallido, logró abatirlo con su Remington 783 del calibre .22-250 y un visor Swarovski DS.
El resultado fue un trofeo único, un animal que combina rareza y belleza en una cuerna asimétrica y espectacular. No es el primero que abate: la temporada anterior ya cazó un corzo peluca. Dos años seguidos con ejemplares extraordinarios confirman su saber hacer y, por qué no, suerte con los corzos extraordinarios.
El noruego que rechazó el trofeo de su vida
La siguiente historia tiene como escenario Ciudad Real y un protagonista extranjero. Un cazador noruego viajó a España en busca de un corzo singular. Su guía, Juan José Fidalgo, conocía la existencia de un macho multipuntas con un trofeo espectacular.
En el primer intento, el cazador falló. En el segundo intento, la escena se tornó insólita: al aparecer un corzo entre almendros, el noruego se negó a disparar convencido de que no era el ejemplar buscado. «Insistía en que solo tenía seis puntas y que no quería disparar otro de seis», recuerda Fidalgo.
El guía le pidió el rifle y efectuó el disparo. Al acercarse al animal, ambos comprobaron que se trataba del multipuntas que buscaban. «Es uno de esos animales que se te quedan grabados para siempre», afirma Fidalgo. Un trofeo imponente y una lección de campo que el cazador que se negó a disparar difícilmente olvidará.
El corzo con dos cabezas de La Pesquera
En Cuenca, Jorge Monleón Soria vivió un episodio casi surrealista. Durante una tarde de vigilancia en los viñedos familiares, abatió un corzo peluca con una deformación tan extrema que parecía tener dos cabezas.
Apenas a 80 metros efectuó un disparo certero y, al acercarse, comprendió lo excepcional del animal. «Eso no es normal lo que tiene en la cabeza», recordó al observar la masa informe de borra. El taxidermista al que llamó confirmó su sospecha: era un trofeo único.
Los corzos peluca, fruto de alteraciones hormonales, desarrollan una cuerna cuya borra o correa no deja de crecer. En este caso, la borra formaba una estructura tan voluminosa que duplicaba visualmente el cráneo. Una rareza biológica que convierte este ejemplar en uno de los más impactantes de la temporada.
El corzo tricornio de Calatayud
También en Zaragoza, el joven Diego Ibarzo protagonizó un lance inolvidable al abatir un corzo con tres cuernas y trece puntas. Ocurrió el 1 de mayo, acompañado por sus primos pequeños, testigos de una escena única.
«Vi que era grande, pero no me imaginaba cómo era realmente y las tres cuernas que tiene», relata. El animal, abatido con un rifle BSA en calibre .270 Winchester, resultó ser una rareza anatómica provocada probablemente por una fractura antigua.
Más allá del trofeo, Diego se queda con el recuerdo de haber compartido la experiencia con los niños. «Podría decirte que lo tenía fichado con cámaras, pero sería mentirte. A mí me gusta contar las cosas tal y como son», dijo a Jara y Sedal con naturalidad.
Un multipuntas de infarto
El guía Juan José Fidalgo, protagonista del corzo que no pudo abatir el cazador noruego, volvió a hacer historia semanas después. En su cumpleaños, el 22 de junio, cazó otro corzo multipuntas en la misma finca de Ciudad Real donde había abatido uno similar.
La escena tuvo un componente casi simbólico. Tras descartar varios animales, algo le llevó a regresar al mismo punto donde meses antes había tenido suerte. Allí, entre piedras y zarzas, apareció el nuevo corzo. «Qué largas se hacen esos metros cuando vas hacia ese anhelado animal», recuerda emocionado.
Al verlo, pensó si no sería «el hijo del que abatí en esta zona». Su intuición y paciencia volvieron a darle la razón, firmando uno de los lances más emotivos del año.
Mi encuentro con un corzo peluca imposible
Acostumbrado a relatar los lances de otros cazadores, nunca imaginé que esta temporada acabaría protagonizando el rececho de uno de los más raros. En mi último día tras los duendes, en un recóndito monte de Castilla-La Mancha, me crucé con un corzo peluca que parecía sacado de un sueño.
Lo vi correr entre pinos, con una masa de borra colgando de su cabeza. Pensé que se escaparía, pero un silbido bastó para detenerlo unos segundos. Fue el tiempo justo para apretar el gatillo. Al acercarme, comprendí lo que acababa de vivir: había cazado un increíble peluca como los que nunca pensé que podría tener entre mis manos.
Aquel lance, en soledad, fue un regalo del monte que guardaré para siempre en mi memoria.
