La jornada, organizada con la colla de Llinars del Vallès el sábado 25 de octubre de 2025, fue de esas que se recuerdan durante años. Desde los primeros compases se intuía que sería un día especial, pero nadie imaginaba un desenlace tan extraordinario: ocho piezas abatidas entre tres jóvenes cazadores, dos de ellos recién estrenados con su licencia de caza.
El reparto del plantel quedó así: el mayor, Oriol Albi de 19 años, cobró un corzo macho y un jabalí; Arnau Albi de 16, un corzo; y el menor, Nathan Guirado de 15, tres corzos y dos jabalíes. Los padres subrayan a Jara y Sedal que el más joven mostró además una ejemplar prudencia en varias lances al dejar pasar un jabalí que corría por el viso, dos rayones y un corzo. Todo, insisten, «para hacer las cosas bien».
Más allá del resultado, la familia remarca el carácter formativo de la salida. Los tres ayudan a sacar las piezas, desollar y aprovechar la carne de caza, parte central de su afición. «Han crecido sin prejuicios y vuelven felices de un día en el campo», explican a este medio.
Una lamentable incidencia durante la batida
Sin embargo, el día dejó un episodio tenso. Según relatan, personas ajenas a la cacería accedieron a la mancha con un perro suelto pese a la señalización de batida. Tras ser advertidas, caminaron hasta un puesto y reprocharon a uno de los chicos que «los cazadores os creéis los dueños del monte». Más tarde llamaron a los Agentes Rurales, que interceptaron a los participantes cuando ya recogían los coches.
Los cazadores aseguran que explicaron a los agentes lo ocurrido y la retirada de una placa de advertencia. Reivindican que la caza organizada, con permisos y medidas de seguridad, protege a quienes están en el monte. Recuerdan también que llevar perros sueltos o interferir en una batida contraviene la normativa.
La familia, además, apunta una paradoja: quienes estaban en los puestos son propietarios forestales en las fincas colindantes. De ahí su malestar por la falta de respeto a la seguridad y a la señalización oficial.
Relevo generacional y aprendizaje
Los padres, Dani Guirado y Xavi Albi, comparten las imágenes con el objetivo de visibilizar a los jóvenes que se incorporan a la actividad cinegética. Recuerdan que, con 14 años, el aspirante se examina como un adulto para lograr la licencia y que el compromiso incluye madrugones, frío o calor y cuidado de los perros, entre otros muchos compromisos.

Su propuesta, trasladada a este medio, busca normalizar la presencia juvenil en cuadrillas locales y poner en valor la caza como escuela de responsabilidad. Quieren que episodios como el vivido no empañen lo esencial: una jornada en familia, con aprendizaje técnico y un aprovechamiento íntegro de las piezas.

Como resumen del día, el balance habla por sí solo: ocho piezas —corzos y jabalíes— en Llinars del Vallès, con dos nuevos cazadores formados este mismo año y un relato que subraya prudencia y cumplimiento de las normas.









