El vídeo, grabado en una jornada de montería y difundido por la página oficial de Nova Toma, recoge una escena que cualquiera que haya monteado podría reconocer al instante: un rehalero caminando con parte de su recova, pendiente del terreno, cuando de pronto surge un jabalí a pocos metros. No hay tiempo para pensarlo demasiado. El animal, que estaba oculto entre la vegetación, avanza hacia él en vez de huir, y el hombre reacciona por instinto: dar unos pasos hacia atrás y ponerse a salvo.
Las imágenes permiten ver cómo el jabalí se cruza en su trayectoria y, durante unos segundos, parece decidido a ir a por él. El rehalero inicia entonces una carrera corta para ganar distancia, momento en el que llega a tropezar con uno de sus perros, aunque sin consecuencias. Para entonces el animal ya ha frenado y se aleja entre la espesura, dejando atrás la tensión inicial.
La escena, pese a su brevedad, ha generado numerosos comentarios en redes. Muchos usuarios subrayan lo rápido que puede cambiar una situación en el monte cuando un jabalí acosado o simplemente sorprendido decide plantar cara.
Un lance inesperado en un terreno complicado
Monteros y rehaleros que conocen al protagonista del vídeo han recordado en los comentarios que trabaja con «buenos y valientes perros» y que él mismo ha demostrado en numerosas ocasiones firmeza y seguridad en los agarres. Lo ocurrido, explican, tiene más que ver con la imprevisibilidad del campo que con la actitud del rehalero.
En este caso concreto, sostienen, el hombre se topó de frente con un animal que no esperaba encontrarse allí y cuyo estado era incierto. Los jabalíes pueden reaccionar de forma especialmente brusca cuando están heridos, aculados o simplemente desconcertados. Esa duda —sumada a la posibilidad de que lo acompañaran perros jóvenes y ninguno de agarre— justificó que optara por apartarse unos metros antes de valorar la situación.
El vídeo sirve, según apuntan varios cazadores, para recordar que los lances más tensos aparecen sin previo aviso. Cualquier rehalero ha vivido escenas parecidas: un jabalí quieto, oculto entre jaras, que en lugar de romper monte en dirección contraria decide encarar.
La peligrosidad de una reacción instintiva
Quienes realizan esta labor saben que, aunque la mayoría de los jabalíes prefieren huir, basta un instante para que se produzca un encontronazo. Un giro de viento, un perro que aprieta más de la cuenta o un animal que no ha advertido la presencia humana pueden desencadenar situaciones comprometidas.
En este caso, la rápida reacción del rehalero y el hecho de mantener el control de la recova evitaron un choque directo. El jabalí, una vez detectada la zona por la que huir, decidió abandonar la zona sin más.








