La jornada del pasado 15 de noviembre en el coto de Laguna de Negrillos, en el sur de León, quedó marcada por un episodio inesperado: el encuentro con un macareno que, pese a su peso moderado, escondía un trofeo tan inusual que dejó sin palabras a quienes participaron en la batida organizada entre socios del acotado.
El día amaneció complicado. La lluvia y el viento aceleraban el frío y advertían que solo acudiría quien realmente tuviese afición. Cristian, acompañado de cinco Gran Gascón Saintongeois, dirigió la batida en la que habían colocado previamente seis posturas distribuidas en torno a una gran finca de maíz de unas veinte hectáreas. Los perros, nada más entrar, dieron con los rastros de los cochinos y comenzaron a mover varios animales.

Tras un recorrido de casi un kilómetro, los jabalíes se aferraron al maizal. El primero salió a tiro de Toño, que lo abatió sin titubeos. Los avistamientos se sucedían dentro de la parcela, aunque muchos animales se escurrían sin dar la cara. «Eran continuos los avistamientos de jabalí sin que salieran a tiro de los puestos», ha relatado a Jara y Sedal Raúl Lozano de Paz, vecino de Fresno de la Vega y autor de las imágenes enviadas.

Poco después, Santi logró hacerse con otro ejemplar y, en un lance consecutivo, Raúl abatió uno más. La mañana avanzaba entre carreras, latidos y movimientos dentro del maíz, señal inequívoca de que todavía quedaban animales escondidos. Uno pequeño intentó colarse entre Gabi y el propio Raúl, que consiguió sujetarlo de un disparo certero. Ángel y Jesús también vieron salir uno a distancia, aunque no pudieron tirarlo.
Un trofeo descomunal al final de la mañana
El momento decisivo llegó casi al cierre de la batida. De improviso, un jabalí viejo, de esos que rara vez dan la cara, trató de volver a esconderse dentro del maíz cuando Raúl lo sorprendió a apenas tres metros. Lo abatió casi a quemarropa, sin imaginar lo que iban a encontrar los perros al llegar hasta él.

El animal, que rondaría los 75 kilos de peso, mostraba unas defensas completamente desproporcionadas respecto a su tamaño. Las amoladeras, rotas en sus puntas, y la ausencia de una oreja evidenciaban los años de peleas y escapadas. «Cual fue nuestra sorpresa al llegar los perros a su rastro y encontrarnos un descomunal trofeo», explica Raúl.
Colmillos de más de 23 centímetros
Cada colmillo supera los 23 centímetros de longitud y presenta una anchura de unos 2,85 centímetros, unas medidas que lo sitúan entre los grandes trofeos de la temporada.

En la jornada participaron Toño, Jesús, Gabi, Ángel, Cristian, Santi y el propio Raúl Lozano. Según apunta el cazador que tuvo la oportunidad de abatir el mejor jabalí, solo dos posturas se quedaron sin disparar. Una batida para el recuerdo que acabó, además, con una pieza tan singular como inesperada.
El animal ha sido homologado de manera provisonal alcanzando la medalla de oro con un puntuación de más de 120 puntos CIC.









