La pasada semana se generó una importante polémica después de que José Miguel Aparicio, investigador del IREC, presentara un póster en el Congreso Ibérico de Ciencia Aplicada a los Recursos Cinegéticos (CICARC) atacando al sector de la caza. Ahora, Christian Gortázar, Catedrático de Sanidad Animal en el mismo instituto, sale al paso con esta columna de opinión.
8/7/2019 | Christian Gortázar – Catedrático de Sanidad Animal en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) de la Universidad de Castilla–La Mancha y CSIC.
San Sebastián, además de patrono de mi ciudad natal, es un santo bastante apropiado para un científico veterinario, pues además de mártir es protector frente a la peste. Y un martirio es lo que viene pasado desde hace un tiempo mi compañero el Dr. Rafael Mateo, director del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos IREC. Este martirio alcanzó su punto álgido durante el pasado congreso sobre investigación cinegética CICARC, a raíz de la polémica surgida en torno a un póster.
El IREC es uno de los centros que lideran la investigación internacional sobre caza, entendida ésta como un recurso natural renovable con amplias interacciones con el mundo rural y la ganadería, con el medio natural y la conservación, así como con nuestra sociedad y su bienestar. Desde su creación en 1999, los investigadores del IREC hemos logrado atraer a Castilla-La Mancha y España más de 36 millones de euros en fondos para I+D+i, publicado más de 1700 artículos en revistas científicas internacionales con estricta revisión por pares, y formado a más de 100 doctores. Las aportaciones del IREC a la caza incluyen el desarrollo de nuevos métodos de censo, con impacto a escala europea, el estudio en profundidad de la dinámica y gestión de especies como el conejo o el jabalí, el desarrollo de marcadores genéticos para la perdiz y otras especies, o el conocimiento de las enfermedades compartidas y la aplicación de herramientas para su control. Anímense a revisar las memorias anuales del IREC aquí.
Guste más o menos, lo cierto es que, para ministerios, administraciones regionales, Comisión Europea, y centros de investigación de todo el mundo, el IREC y muchos de sus investigadores somos referencias obligadas. Pero por encima de eso, gracias al aval de la investigación de calidad desarrollada, pero sobre todo por su independencia, el IREC tiene la mejor posición para servir a todos, cazadores y conservacionistas sensatos, administraciones de caza, medio ambiente y sanidad animal, científicos y sociedad. El IREC y su capacidad científica suponen un seguro para la supervivencia futura de la caza como actividad fundamental para el medio rural, la conservación y la cultura.
La independencia científica del IREC tiene su precio. Según vengan las críticas y los dardos del sector ecologista menos informado o de una parte sector cinegético, se nos acusa tanto de pro-caza como de anti-caza, de no preocuparnos por el furtivismo o de cuestionar el uso de la munición de plomo, y así hasta el agotamiento del mártir-director. Nuestra función no es la de apoyar a ciegas a una parte, que para eso hay un sinfín de asociaciones, federaciones y fundaciones, sino la de aportar argumentos con base científica para facilitar la toma de decisiones. Una polémica reciente se debe a un comentario sobre mortalidad de aves en Europa, con co-autoría de Rafael Mateo, publicado en la revista Science. En relación con este comentario en Science, la nota publicada en la web del IREC hacía especial hincapié en el uso ilegal de venenos, al ser ésta una especialidad de Rafael Mateo. Sin embargo, la nota circulada posteriormente por la Federación Andaluza de Caza, incidía exclusivamente en el tema del silvestrismo, una actividad de máxima relevancia para algunas federaciones. Esta polémica podría haberse solucionado sin recurrir a los medios.
Otros ataques vienen desde dentro. La libertad de cátedra, o de investigación, es amplia, y algunos de nuestros investigadores muerden la mano que les alimenta. Un ejemplo particularmente desafortunado es un póster presentado en el reciente CICARC, que ha logrado enfadar tanto a los propios miembros del IREC como al sector cinegético, para felicidad eso sí de ecologistas desinformados y animalistas varios. El póster de marras es una sarta de acusaciones y medias verdades, más diseñado para ofender que para plantear hipótesis y analizar resultados. Al igual que Rafael Mateo, no formé parte del comité científico responsable de la selección de trabajos a presentar en CICARC. Pero me consta que ese comité está igualmente molesto, porque el resumen del tristemente famoso póster no permitía detectar las palabras e imágenes ofensivas contenidas en el cartel finalmente expuesto. Por tanto, si se trata de la actitud personal de un malintencionado, ¿por qué atacar al IREC en su conjunto? La Fundación Artemisán emitió una nota exigiendo responsabilidades al IREC cuando lo normal hubiera sido unir esfuerzos con el director del IREC, igualmente perjudicado. Fuentes de diverso origen me advierten de una operación programada para desacreditar al IREC ¿Con qué fines, me pregunto? ¿Quién gana con esto? Desde luego, quien no sale beneficiado es el propio sector cinegético.
El IREC ha estado siempre, y estará, al servicio de la ciencia y de la actividad cinegética sostenible. Somos parte de la solución, no el problema. Y muchos, desde el lado sensato y constructivo de la ciencia, no comprendemos el porqué de estos movimientos en el tablero. El trabajucho expuesto en CICARC no tiene nivel científico, aunque contiene algún dato objetivo. Como por cierto tampoco son ciencia muchos informes y documentos que circulan por las redes o son vendidos a las administraciones como si lo fuesen, sin haber pasado nunca filtros de calidad. Otro día hablaremos de pseudociencia y de cómo distinguirla de la ciencia con mayúsculas. Pero usar este caso para atacar al IREC y a su director desde el propio sector de la caza, es pegarse un tiro en el pie. Es un hecho notorio que, desde fuera, desde la sociedad urbana, la caza está cada vez más cuestionada, y sólo la colaboración leal entre cazadores, científicos y administraciones permitirá superar las crisis venideras.
Revista Jara y Sedal » Opinión » Blogs » 'El IREC, 20 años al servicio de la ciencia, la caza y la conservación', por Christian Gortázar