La pesca recreativa es una actividad con un fuerte arraigo cultural y social en España, especialmente en el ámbito costero, donde miles de personas la practican cada año. Sin embargo, también supone un reto para la conservación de los ecosistemas marinos, ya que, a diferencia de la pesca profesional, carece de mecanismos de control y seguimiento precisos que permitan medir su verdadero impacto sobre las poblaciones de peces.

Consciente de este vacío, un equipo multidisciplinar del Institut Mediterrani d’Estudis Avançats (Imedea), en colaboración con la empresa AtalaIA Detection Technologies y el grupo de investigación SRV de la Universitat de les Illes Balears, ha desarrollado un sistema pionero basado en inteligencia artificial que promete cambiar las reglas del juego en el monitoreo de esta práctica.

Una herramienta de control sin precedentes

El nuevo sistema combina un algoritmo de detección con otro de seguimiento, ambos optimizados para identificar en imágenes y registrar la trayectoria de embarcaciones dedicadas a la pesca recreativa en tiempo real. De esta forma, los investigadores pueden convertir los datos visuales en posiciones geográficas de alta precisión, lo que abre la puerta a estudios mucho más fiables sobre la presión que esta actividad ejerce sobre el medio marino.

Las primeras pruebas, realizadas en aguas de Baleares, han ofrecido resultados prometedores. Según los datos publicados, el margen de error medio apenas alcanzó los 18 metros, incluso cuando los barcos se encontraban a distancias de hasta 5 kilómetros de los puntos de observación. Esta exactitud sitúa la tecnología en la vanguardia del control ambiental.

Presión sobre la biodiversidad

Los expertos recuerdan que la pesca recreativa no es inocua. A pesar de no tener el volumen extractivo de la pesca comercial, se practica de forma masiva en zonas costeras sensibles y puede generar un impacto acumulativo considerable. El reto está en disponer de información objetiva y continua que permita diseñar políticas de conservación más eficaces.

El proyecto, además de aportar una solución tecnológica innovadora, busca concienciar sobre la necesidad de equilibrar tradición y sostenibilidad. El uso de la inteligencia artificial como herramienta de vigilancia ambiental abre una nueva etapa en la relación entre ciencia y gestión de recursos marinos.

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