La cueva de los Murciélagos, situada a dos kilómetros del pueblo de Albuñol en Granada, ha revelado un hallazgo arqueológico extraordinario. Esta cueva, una auténtica cápsula del tiempo, es una necrópolis prehistórica que ha conservado los cuerpos parcialmente momificados de 68 individuos y una impresionante colección de objetos arqueológicos datados entre los años 7500 y 4200 a.C. Entre estos objetos se encuentran cestas de esparto decoradas con motivos geométricos, herramientas de madera y una veintena de sandalias, conformando el conjunto más antiguo y amplio de calzado prehistórico tanto de la Península Ibérica como de Europa.
Un reciente estudio interdisciplinar de estos materiales ha desvelado otro descubrimiento notable: las cuerdas de arco más antiguas de Europa, fabricadas con los tendones de tres especies distintas de animales. Este hallazgo proporciona información sin precedentes sobre los niveles de sofisticación de la arquería que alcanzaron estas comunidades neolíticas hace unos 7.000 años. Las condiciones anómalas de la cueva han permitido el secado y la conservación de estos restos orgánicos, ofreciendo una visión única sobre los materiales y técnicas empleadas en su elaboración.
El estudio, liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y con la colaboración de investigadores de la Universidad de Alcalá, el CSIC, la Université Côte d’Azur y el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS), ha sido publicado en la revista Scientific Reports. Ingrid Bertin, investigadora de la UAB y autora principal del artículo, destaca que «la identificación de estas cuerdas de arco supone un paso crucial en el estudio del armamento neolítico». Los científicos han confirmado el uso de tendones animales para fabricar estos objetos y han identificado su origen: cabras y cabras montesas (Capra sp.), jabalíes y cerdos (Sus sp.) y corzos. Los tejidos fibrosos se trenzaron para crear cuerdas de longitud suficiente.
Raquel Piqué, del Departamento de Prehistoria de la UAB, señala que esta técnica permitía fabricar cuerdas resistentes y flexibles, ideales para arqueros experimentados. «Este grado de precisión y dominio técnico, donde cada detalle cuenta, atestigua el excepcional conocimiento de estos artesanos neolíticos», afirma Piqué.
Además de las cuerdas de arco, en la cueva de los Murciélagos se han encontrado varios cuerpos o tubos de flecha creados con recursos locales como madera de olivo (Olea europaea) y caña (Phragmites sp.). Los proyectiles también se recubrieron con brea de corteza de abedul con fines decorativos. Ingrid Bertin explica que «la combinación de distintos tipos de madera ofrece una sección delantera dura y densa, complementada con una parte trasera ligera que mejora significativamente las propiedades balísticas de las flechas». Los experimentos futuros podrán aclarar si estas flechas se utilizaron para cazar y combatir a corta distancia, o si no eran letales.
Desde los albores del Neolítico, las poblaciones desarrollaron conocimientos técnicos que demuestran una impresionante adaptación a los recursos locales. La combinación de materiales variados y técnicas avanzadas identificadas en este estudio redefine la comprensión actual de las tecnologías utilizadas por las comunidades prehistóricas y ofrece una nueva perspectiva sobre las sociedades neolíticas en la región y sus prácticas de tiro con arco.
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Raquel Piqué concluye que «los hallazgos contribuyen a enriquecer la comprensión de las prácticas artesanales y la vida cotidiana de las sociedades prehistóricas y abren vías para el estudio del armamento antiguo, al revelar métodos y materiales que pueden investigarse en otros yacimientos arqueológicos neolíticos europeos». Además, permiten comprender mejor la esfera simbólica vinculada a estos ajuares desde un contexto funerario como es la cueva de los Murciélagos.