La naturaleza y todo lo que habita en ella, especialmente en el caso de los animales, es capaz de hacernos testigos de momentos que difícilmente podríamos borrar de nuestras memorias. Esto puede ser por lo curiosos que resultan o por ser algo cómicos o, incluso, dramáticos. Es justamente lo que nos muestra el vídeo que vamos a ver a continuación, donde un corzo enseña al mundo este peculiar sonido: la ladra.
En las imágenes podemos observar, o mejor dicho, escuchar, cómo dos ejemplares de corzo se comunican entre ellos mediante sonidos parecidos al ladrido de un perro. En concreto, estas vocalizaciones de tono grave se denominan ladras. A menudo han ido surgiendo diferentes teorías acerca del por qué y en qué momento las emiten.
Lo cierto es que la frecuencia del sonido puede depender de la edad y del carácter dominante del animal. Por lo tanto, hay algunas más graves, propias de los machos más adultos y de posición superior. Hay otras, en cambio, más agudas y apenas audibles al oído humano, a modo de pequeños silbidos.
Aunque no es eso precisamente lo que se escucha en este vídeo, grabado por el experto cazador Javier Iñurrieta y colgado a su perfil de Instagram. La escena ha provocado la reacción de múltiples usuarios de esta red social, en forma de más de 2.000 «Me gusta».
«En el fragmento de vídeo, filmado ‘entre dos tierras’, se aprecia el contenido del mensaje que ambos machos (los cuales no se veían) dejaban en el ambiente. Además podemos definir el diferente tono de ladras entre individuos e incluso una tercera ladra de una corza que, por el efecto contagio, emitió una serie de ladridos», narra el autor de la publicación.
La razón por la que ladran los corzos
Un estudio publicado en 1999 titulado Contextos y posibles funciones de los ladridos en corzos aclaraba el por qué de que los corzos ladren. En este sentido, los investigadores estudiaron el comportamiento de los ladridos del corzo en libertad.
Las tres hipótesis planteadas demostraron ser ciertas y, por lo tanto, el ladrido de los corzos tiene tres funciones. Una de ellas es como llamada de atención, la otra como llamada de persecución disuasoria y la última como llamada territorial.
Además, los datos de observación demostraron que, en presencia de una fuerte perturbación, los individuos solitarios ladraron con más frecuencia que los que estaban en grupo. Esto sugiere que los ladridos no sirven para advertir al resto del grupo del peligro potencial, sino para informar a cualquier depredador potencial que ha sido identificado.
Asimismo, también pudieron observar que los machos ladraban con más frecuencia que las hembras cuando se les molestaba. Después de reproducir una serie de ladridos de corzo grabados dentro del territorio de un macho, daba lugar a contraladridos o comportamientos agresivos en lugar de huir.
En el caso de los machos más viejos, respondieron con más frecuencia a estas reproducciones. Por esta razón, concluyeron que, si los ladridos pueden haber evolucionado como señal para disuadir a los depredadores, podrían desempeñar un papel secundario importante en el sistema territorial de esta especie.