En Cornellà de Terri, un pequeño municipio de Girona, el ganadero Josep Juscafresa vive una de las situaciones más duras que puede afrontar quien se dedica a la ganadería extensiva. A pesar de que solo se ha confirmado un caso positivo de tuberculosis bovina en su explotación de vacuno de carne, la administración autonómica le ha ordenado sacrificar las 236 vacas y terneros que componen su rebaño. El origen, una enfermedad que se extiende desde la fauna silvestre y que amenaza la viabilidad de muchas explotaciones ganaderas.

Juscafresa, que realiza trashumancia entre Cornellà de Terri en invierno y los pastos del Pirineo en Les Valls d’Aguilar (Lleida) durante el verano, denuncia que su ganado ha resultado infectado tras el contacto con jabalíes portadores de tuberculosis en esta última zona. Un territorio con elevada carga de fauna cinegética donde, según afirma, es habitual el encuentro con animales infectados.

El protocolo actual, sin embargo, no distingue entre el número de positivos o la trazabilidad de la infección. A pesar de que solo uno de sus animales ha dado positivo y otros trece han mostrado reacción en pruebas de sangre y piel, la Generalitat de Cataluña ha dictado el vaciado sanitario de la explotación.

Sacrifican animales sanos

En 2018 ya sufrieron un caso similar, pero solo sacrificaron al animal afectado. El ganadero considera que la administración debería adaptar sus decisiones a la realidad de cada caso y no aplicar protocolos rígidos que ponen en riesgo explotaciones enteras, especialmente cuando las infecciones provienen de animales silvestres.

Desde el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, se defiende que en este caso la prevalencia del brote justifica el sacrificio completo de los animales. Según la Generalitat, se han detectado 14 animales positivos y se trata del único foco en Cataluña en 2025 que requiere vaciado, frente a otros dos localizados en Peramola y Navès (Lleida), donde no se ha considerado necesario.

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Un ganadero junto a sus vacas y perros. © Israel Hernández

La fauna silvestre como foco de infección

No es un caso aislado. En 2023, en Noez (Toledo), el ganadero José Montes ya denunció tener que sacrificar 300 reses de bravo por un brote originado en la fauna salvaje. Corzos y jabalíes accedían a su finca y transmitieron el patógeno.

Ambos casos ponen sobre la mesa la falta de control cinegético sobre especies que actúan como reservorios de enfermedades transmisibles al ganado. Según datos de sanidad animal, el ciervo, el corzo y el jabalí juegan un papel clave en la persistencia de la tuberculosis bovina. Un riesgo que, pese a estar identificado, sigue sin afrontarse con medidas efectivas de contención poblacional.

Normativa europea y vacío sanitario

El Reglamento europeo 2016/429 obliga a erradicar enfermedades de categoría B, como la tuberculosis bovina. Cataluña, que mantiene una incidencia inferior al 0,1 % anual, insiste en que el sacrificio completo es la única vía segura para cortar la cadena de contagios. Europea», señala el comunicado oficial.

No obstante, la propia normativa contempla excepciones que permitirían evaluar caso a caso la necesidad del vaciado. La Generalitat asegura haber desarrollado un procedimiento para estudiar estas excepciones, aunque en el caso de Juscafresa no ha sido aplicado.

Una amenaza que se repite

Con este nuevo episodio, se aviva el debate sobre la sobrepoblación de fauna silvestre y su papel en la transmisión de enfermedades al ganado. La tuberculosis bovina no solo pone en riesgo la salud pública, sino que arrasa con explotaciones enteras que cumplen con sus obligaciones sanitarias pero no pueden evitar el contacto con animales infectados del entorno.

Mientras tanto, ganaderos como Josep Juscafresa solo tienen 28 días para despedirse de su rebaño. Un golpe económico y emocional que evidencia las contradicciones de una normativa que, en ocasiones, castiga al eslabón más débil del sistema: el ganadero.

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