En un valle remoto del Principado de Asturias, donde los caminos se pierden entre la espesura y la electricidad nunca llegó, Federico, de 93 años, sigue viviendo como lo hicieron sus padres y abuelos. Acompañado de sus perros, recoge agua en lecheras del mismo manantial que sostuvo a generaciones enteras, resiste al tiempo y se convierte en testigo de una España que se apaga.
Las imágenes difundidas en redes sociales por la cuenta Hilux Aventura han conmovido a miles de personas. En el tráiler publicado en Instagram y en el vídeo completo de YouTube, el narrador resume: «En lo más profundo de Asturias, sin carretera ni electricidad, vive Federico. Tiene 93 años y aún resiste solo. Los animales marcan el compás de los días como lo hicieron para generaciones enteras».
Una vida anclada en el pasado
Su casa, levantada en piedra y sin apenas cambios en un siglo, es la última habitada de un paraje donde antaño hubo vecinos y vida. Federico señala las ruinas de antiguas viviendas y un horno de piedra hoy apagado, vestigios de un mundo que se fue. En su relato, se entremezclan recuerdos de la guerra, historias de familias que emigraron y la soledad de un pueblo vacío.
A lo largo del documental, se muestra cómo este anciano realiza tareas cotidianas que hoy resultan insólitas para muchos: cargar agua desde el manantial, vigilar el entorno con su vara y sentarse frente a la casa donde ha pasado toda su vida. «Hoy, hasta el agua que le sostiene, comienza a faltarle y nos cuenta por qué», señala el narrador.
La reacción en redes sociales
El vídeo acumula cientos de miles de visualizaciones y ha generado una avalancha de comentarios de apoyo. Muchos usuarios destacan su fortaleza y el ejemplo de dignidad que representa. «El sr Federico es una persona muy especial. Su fuerza y su claridad mental son el resultado de su vida sana, esforzada, noble», escribía una espectadora. Otros ofrecían ayuda práctica: «Me ofrezco voluntaria para que Federico recupere su agua, hay que ponerles las pilas a los ladrones de agua».
Mensajes de admiración, plegarias y hasta propuestas de llevarlo a vivir a otras regiones se repiten en las reacciones. La vida de Federico ha trascendido la pantalla y se ha convertido en un fenómeno social, una llamada de atención sobre la memoria rural y la España vaciada.
Un símbolo de resistencia
La historia de Federico no es solo la de un hombre que desafía al tiempo. Es también la de un modo de vida en extinción, el de los pueblos que quedaron atrás. Su figura encarna la resiliencia, la relación íntima con la naturaleza y la memoria de un país que, en apenas unas décadas, pasó de la vida autosuficiente a la modernidad acelerada.









