Mi abuelo solía decir que el cobro es el tiempo que transcurre desde que sale la pieza intentando huir de los disparos del cazador hasta que entra en su morral. Cuanto menos tarde en colgar de nuestra cintura, tanto mejor es el perro que tenemos.

1/9/2019 | Texto y fotos: José Juan Lavilla (www.deallucant.com)

Las razas continentales son las mejor dotadas para este trabajo. El braco alemán es, además, el prototipo de cazador polivalente.

¿Para qué queremos un perro de caza que no nos cobra las piezas heridas? Realmente, para muy poco. El lance termina cuando éste nos entrega la caza abatida. Ese ‘traer la caza’ impoluta a la mano tendremos que conseguirlo mediante la selección, valorando las aptitudes de cada perro desde que es un cachorro. Si los padres son buenos cobradores es casi seguro que los hijos también heredarán esta cualidad. Cuántas veces hemos oído eso de «mi perro con cinco meses ya ponía las codornices», pero qué pocas veces escuchamos que con esta edad un animal cobra una perdiz alicortada. Y es que no resulta fácil conseguir un ‘perro 10’ en el cobro.

Las razas continentales, en general, son las mejor dotadas para este trabajo. En concreto, el braco alemán es el prototipo de cazador polivalente en el que el cobro es una de sus cualidades más sobresalientes. Por eso tomamos esta raza como ejemplo en este artículo. En cualquier caso, conseguir un buen compañero de caza que sobresalga en esta tarea es algo que se consigue a base de experiencias en el campo, y eso antes de la segunda o tercera temporada raramente se ve.

Cómo elegir el mejor cachorro

Comenzaremos por seleccionar un cachorro con potencial para el cobro. ¿Cómo elegirlo? En principio, en una camada siempre hay algún perro con más aptitudes que el resto de sus hermanos, pero para saberlo hay que realizar alguna prueba selectiva. Independientemente del test de Cambell, que sirve como orientación, se pueden realizar cuatro pruebas cuando la camada de bracos alemanes alcanza los tres meses de edad.

  1. Ponerles en el jardín un conejo vivo una vez al día, durante 30 minutos, a lo largo de una semana. La camada tiene que mostrar interés por la pieza: llegarán, la olerán y la perseguirán; si alguno, además de lo anterior, muerde o intenta morder el conejo, está dando una muestra de fuerte carácter. Los que se asusten o no muestren interés por la pieza no superarán la prueba.
  2. Dejarles una codorniz viva alicortada: tienen que morderla y jugar con ella. Todos tendrán que portarla. Lo mejor es realizar esta prueba de forma individual y en un sitio cerrado donde en todo momento el cachorro vea la gallinácea y no se descentre. Los que se asusten o no se interesen por la pieza tampoco pasarán el test. Una vez que el cachorro muestra interés por la codorniz, lo llevaremos al jardín o a un descampado y le daremos la pieza. Si la porta no se la quitaremos y nos apartaremos unos metros de él. Nos agacharemos y le llamaremos, valorando si la suelta y viene o, por el contrario, sigue con la pieza en la boca y se acerca a nosotros. Si coge la codorniz y se marcha sin hacer caso alguno a lo que le rodea será un perro posesivo, lo cuál podríamos calificar como positivo. Pero, ¿cuánto rato tiene que tener el ‘pájaro’ en la boca? Cuanto más mejor. Una vez que pase esta prueba lo ideal es no volver a realizarla, ya que corremos el riesgo de saturar al cachorro.
  3. La siguiente prueba es realizar un rastro con una codorniz muerta de unos cuatro o cinco metros. Nuestro cachorro no podrá ver la pieza: después de superar las anteriores reválidas le resultará familiar el olor. El objetivo es que ‘coja’ el rastro y cobre la codorniz.
  4. En una regata de no más de dos metros de anchura en la que el agua no supere los seis u ocho centímetros de profundidad ‘picaremos’ a los cachorros enseñándoles la codorniz, y se la echaremos a un metro de la orilla. Éstos deben entrar, cogerla y salir con ella del agua. Es bueno realizarlo con todos los animales a la vez: en cuanto entre uno, irán todos detrás. Si alguno la coge y en vez de salir se marcha con ella por la regata, será una señal positiva de que quizá se trate de un buen cobrador.

En la ficha de cada perro valoraremos, de 1 a 5, su actuación en estas pruebas: la suma de todas las puntuaciones nos dirá cuál de todos es el más apto para el cobro. Además, conviene realizar estos tests siempre con piezas de caza: los cachorros con tres meses de edad deben demostrar que ‘tienen nariz’ y, además, se tienen que habituar a su olor.

Como norma general, al cachorro seleccionado se le puede realizar el cobro forzado cuando cumple los cinco o seis meses. En cambio, no podemos cometer el error de sacarle con un perro adulto, pues éste no le concederá una sola ocasión de practicar el cobro. Tendremos que confiar en nuestro joven perro y darle oportunidades.

Si nuestra afición son las acuáticas, deberá entrar en el agua con decisión y trabajar las orillas de la balsa para desalojar el ánade que intenta ocultarse entre los carrizos. Una vez abatido el pato, deberá cobrarlo y entregarlo a la mano del cazador. Para adiestrarle en estas lides, al principio lo llevaremos a zonas donde siempre haga pie. Cuando se acostumbre a entrar en el agua, lo llevaremos a zonas más profundas en las que tenga que nadar. Después le lanzaremos algún pato ‘a vista’ para que lo cobre y nos lo traiga; más tarde pondremos algún pato alicortado para ‘picarlo’ y que lo persiga.

Después lo abatiremos. Es fundamental que nuestro perro termine esta prueba de forma positiva: si el ánade soltado después de cansar al perro se ‘pierde’ en la balsa, deberemos echarle uno muerto sin que se dé cuenta y ordenarle que nos lo traiga.