Héctor Romasanta Díaz es un pequeño de 3 años que, junto con su perra de caza, Brisa, han protagonizado una tierna escena que ha emocionado a sus padres y a todos los que han sido testigo de ella. Esto tuvo lugar, en concreto, el pasado viernes, 4 de octubre, día en el que el niño se reencontró con su mascota después de un parto que se complicó más de lo que imaginaban.
Su padre se llama Daniel Romasanta Prada y es cazador y criador de grifón nivernais y de beagle. «Héctor, desde que nació, ha estado en contacto con todos los perros», ha contado al equipo de Jara y Sedal. «Siempre juega e interactúa mucho con ellos, le encantan todos los animales y, en concreto, los perros, al fin y al cabo es con los que más tiempo pasa».
Una perra con la que tenía especial conexión
«Ya ha presenciado y mimado varias camadas. Esta es, si no me equivoco, la cuarta, tres de nivernais y una de beagle», ha continuado detallando. Brisa llegó al hogar de esta familia, que vive en el municipio de Rubiá, en Ourense, cedida de un buen amigo y es, tal y como Daniel ha asegurado, «muy mimosa e, incluso, empalagosa». La perrita y su hijo, durante este tiempo, han construido un vínculo «bastante familiar».
«Hace cosa de tres o cuatro meses participamos en un concurso monográfico y él lo hizo con Brisa. No era la primera vez que participaba en concursos, pero hasta ese día solo había sido con cachorros porque los demás perros no se prestaban a que Héctor fuese el que sujetase la correa», ha recordado.
Fue entonces cuando ese vínculo entre ambos se hizo todavía más grande y cuando el niño se enteró que su perrita iba a tener bebés. «Después de un parto bastante largo, de 24 horas, los pequeños estaban aquí. Héctor aún no lo sabía porque cuando nacen espero unos días a que la madre esté calmada para llevarle», ha querido explicar Daniel. Dio a luz a siete cachorros.
Un parto que se acabó complicando
«El caso es que Héctor conoció a los bebés y Brisa estaba encantada de presentárselos y dejarle cuidar de ellos mientras ella se iba a dar un paseo, pero de repente la cosa se puso fea. La perra dejó de comer y lo que comía lo devolvía. La llevamos al veterinario y le diagnosticaron insuficiencia renal, la cual podía ser aguda o severa», ha seguido narrando.
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Los parámetros del riñón hacían pensar que era muy probable que la perra no consiguiera salir adelante y Héctor quería ir a verla al veterinario. «El primer día se puso muy triste y aún así el segundo quiso ir de nuevo y le dejaron darle a él la cena y la perra ya parecía otra. Al tercer día le repitieron la analítica y gracias a los veterinarios y a la perra que, es una luchadora y súper mamá, Brisa se ha salvado», ha celebrado Daniel.
A día de hoy, la perrita está yendo una vez a la semana a revisión, «pero de momento todo está perfecto». «Ese mismo día, al llegar de trabajar, la llevé para casa y fue cuando sucedió la escena que se ve en el vídeo. Yo sabía que iba a ser bonito, pero no me esperaba que fuese tanto, de hecho me enloquece el momento en el que se ven y él grita de alegría y la perra le da al rabo como una loca», ha concluido contando.