Apenas han pasado cien años, pero las escenas parecen pertenecer a otro país. En 1922, el rey Alfonso XIII recorrió la comarca de Las Hurdes, en el norte de Cáceres, una de las zonas más pobres y olvidadas de España en aquel momento. De aquel viaje quedó constancia en un documental que hoy resulta sobrecogedor por la crudeza de las imágenes y por lo cercano en el tiempo de los hechos que retrata.
El monarca inició su recorrido en el Casar de Palomero, donde pernoctó, tal y como recuerda una placa conmemorativa que aún se conserva. Le acompañaban, entre otros, el obispo de Coria, Monseñor Segura; el ministro de la Gobernación, señor Piñés; el diputado por el distrito, Conde de la Romilla, y los doctores Varela y Marañón. El objetivo del viaje era conocer sobre el terreno las condiciones de vida de una comarca prácticamente aislada del resto del país.
Las imágenes del documental muestran pueblos incomunicados, caminos impracticables y una población marcada por la miseria. Alfonso XIII tuvo que desplazarse a caballo y a pie por senderos abruptos, reflejo de la falta de infraestructuras que padecía la zona. La visita pretendía servir de altavoz para una realidad que hasta entonces apenas había trascendido más allá del ámbito local.
Una comarca olvidada por el progreso
El documental deja constancia de la extrema precariedad sanitaria en la que vivían los habitantes de Las Hurdes. La ausencia de asistencia médica, la falta de higiene y enfermedades como el paludismo eran habituales. Las imágenes evidencian también problemas de raquitismo, endogamia y otros estigmas asociados al aislamiento prolongado de la población.
La cámara recoge escenas duras, con niños enfermos, viviendas insalubres y una pobreza estructural que parecía enquistada. No hay artificio ni edulcoración: lo que se ve es una realidad descarnada que contrasta de forma radical con la España actual. La miseria alcanzaba en esta comarca algunos de sus niveles más altos, y el abandono institucional era evidente.
Más allá de lo material, el documental transmite una sensación persistente de desesperanza. Los hurdanos aparecen resignados a una vida sin expectativas, alejados de cualquier atisbo de mejora a corto plazo. El aislamiento geográfico era también social y económico.
Un testimonio histórico de gran valor
La visita de Alfonso XIII supuso un primer intento de llamar la atención sobre la situación de Las Hurdes, aunque el progreso tardaría décadas en llegar. El documental, más de cien años después, se ha convertido en un valioso testimonio histórico que permite entender mejor las profundas desigualdades que existían en la España rural de comienzos del siglo XX.
Hoy, estas imágenes sirven como recordatorio de un pasado no tan lejano y ayudan a contextualizar los avances logrados, pero también los retos que aún persisten en algunas zonas rurales. La dureza de la vida que muestran no es ficción ni exageración: es historia reciente, grabada en blanco y negro.









